Postrimerías
Ignacio F. Garmendia
Ultramar
El balcón
Desconfíen de todo lo que oigan en las próximas semanas. Nada es lo que parece; todo es ya campaña para las europeas del 9 de junio. El PSOE clamará contra la extrema derecha, aliada del Partido Popular. Y el PP hará lo propio contra el ultranacionalismo catalán, socio de los socialistas. Ambos son conscientes del alto índice de rechazo que generan estos ultras en una sociedad que reclama temple. La oposición intenta convertir las europeas en una elección nacional, convencida de que la amnistía no está amortizada en el resto de España. Hasta saca a pasear a ETA. El PP encabeza las encuestas, con una subida de 13 a 24 escaños y quiere repetir el plebiscito contra Sánchez que hizo con éxito hace un año en municipales y autonómicas. “Ahora o nunca”, un lema que sugiere echar al presidente. Los tonton macoute de Feijóo y Moreno, Tellado y Bendodo, exageran tanto su furia antisocialista que hace tiempo han dejado sin espacio a Vox y desmienten la supuesta moderación de sus jefes.
El PSOE está a la defensiva; recularía de 21 a 18 diputados, a pesar de que España tendrá dos más, 61 en total. Los estrategas socialistas intentarán que la contienda no sea interna. Entre otras cosas, porque la tradición en todos los países es castigar a los gobiernos de turno en este tipo de comicios. Con trascendencia: la victoria de un insignificante partido antieuropeo como el UKIP en las europeas de 2014 en el Reino Unido cambió la historia de Europa. El primer ministro Cameron convocó y perdió un referéndum sobre la permanencia en la UE, dos años después. Sánchez intentará que se hable de ecología, feminismo, seguridad, inmigración o fiscalidad. Si hay un asunto en el que los 27 no tienen una sola voz es la política exterior. La semana pasada, en la votación para la entrada en la ONU de Palestina como miembro de pleno derecho, los socios comunitarios estuvieron en las tres posiciones: 14 a favor, entre ellos España y Francia; 11 abstenciones, entre otras la alemana y la italiana, y dos en contra, Chequia y Hungría.
En el plano doméstico, los demás también juegan. Vox ha traído a España al presidente argentino Milei, que ha dado un recital de su repertorio: “los impuestos son un robo, la justicia social es aberrante, el control de capitales es inmoral y el satánico socialismo es el cáncer de la humanidad”. Si los dos grupos ultra del Parlamento Europeo estuviesen juntos, con los no inscritos y la subida que se prevé, podrían ser el segundo e incluso el primer grupo de la Cámara. Y el PPE ya no los repudia. En el otro extremo del tablero, Sumar y Podemos conservarían los mismos seis escaños que ahora tienen. Separados, tienen que salvar los muebles: de ahí la sobreactuación de los últimos días sobre las armas con destino a Israel o a Chequia, que a pesar de los malos entendidos les ha dado visibilidad.
Se supone que todo hay que disculparlo y llevarlo con resignación. Estamos en campaña. Otra vez.
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