Alto y claro

José Antonio Carrizosa

jacarrizosa@grupojoly.com

A una carta

La fórmula de la coalición ha desencantado a muchos votantes socialistas y ha dejado el centro para el PP

Pedro Sánchez quiere repetir en la próxima legislatura la coalición que durante la que ya llega a su final lo ha traído por la calle de la amargura. Sabe que es su única posibilidad de seguir ocupando la Moncloa después del próximo diciembre y se lo juega todo a esa carta. De ahí las cosas incomprensible que están pasando durante los últimos meses, como el mantenimiento en el Gobierno de la ministra Irene Montero cuando tenía al alcance de la mano un cese más que justificado aprovechando la remodelación forzada por las salidas de las elecciones municipales. O el impulso descarado a la candidatura de Yolanda Díaz para intentar garantizarse que parte del chorreo de votos que inevitablemente va a perder se pueda luego sumar para su investidura.

Pero posiblemente el presidente del Gobierno esté haciendo una relectura del cuento de la lechera. No sólo porque las encuestas que se publican un día sí y otro también se empeñen en decirle que tiene muchas papeletas para pasar a dirigir la oposición o para buscarse un puestazo de lujo en alguna organización internacional. También lo dan por perdido sus actuales socios de Podemos, que parece que ya preparan estrategias para cuando tengan que abandonar el poder, según va diciendo Pablo Iglesias, que es quien de verdad manda en los morados. Y sobre todo porque existe una pulsión social de cambio, como la que se produjo en 2011 tras la crisis financiera o en 1996 cuando un Felipe González achicharrado tuvo que tirar la toalla tras unos años de tremendo desgaste.

Como estrategia vender que su objetivo es repetir una coalición como la que ha funcionado esta legislatura no sólo es mala, es tóxica. Los espectáculos que se han dado desde los ministerios de Podemos y la falta de solvencia que han demostrado sus titulares le ha hecho más daño a Sánchez que sus propios errores y su indisimulada ansia de poder. La fórmula ha terminado cansando a muchos votantes socialistas que no han entendido las cesiones de todo tipo ante partidos con un modelo de sociedad que tiene poco que ver con el que ha defendido el PSOE en las últimas cuatro décadas. Esto ha provocado otra consecuencia que puede ser letal: le han dejado al PP de Núñez Feijóo ganar terreno por el centro y estar en vías de convertirse en un partido más transversal que sus rivales. En España las elecciones las ha ganado siempre el que mejor ha sabido atraerse al electorado moderado que se identifica con un concepto difuso de centrismo. Visto lo visto en los últimos años hay pocas dudas de quién levanta esa bandera.

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