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Ignacio F. Garmendia
Rusófilos
La ciudad y los días
La primera noticia que tuve de la Casa del Gobierno fue a través de la novela en gran parte autobiográfica La casa del malecón, de Yuri Trifonov, publicada por el Círculo de Lectores en 1990. Trifonov, cuya prematura muerte en 1981 privó a la literatura rusa de uno de sus nombres mayores y más combativos, vivió su infancia en esa Casa del Gobierno, un gigantesco proyecto de Stalin ejecutado en 1931 por el visionario arquitecto comunista, que también proyectó el colosal y nunca edificado Palacio de los Soviets que debía coronarse con una estatua de Lenin de 100 metros de altura.
La demencialmente desmesurada Casa del Gobierno es un colosal y macizo edificio que contenía un teatro, una biblioteca, una peluquería, una oficina de correos, un cine, una lavandería, una tienda de comestibles, una guardería, una clínica, un club social cultural y deportivo y 500 apartamentos para 3.000 residentes. Su propósito era reunir a toda la élite soviética: altos militares y funcionarios, ingenieros, arquitectos, escritores, artistas y héroes de la Revolución.
Le vino bien a Stalin agruparlos: le facilitó la tarea cuando, cinco años después, inició las grandes purgas. Muchos de los primeros residentes fueron deportados o ejecutados y sus apartamentos ocupados por otros "privilegiados" que también fueron purgados. Fue el destino de los padres de Trifonov: su padre, héroe de la revolución, alto oficial que presidió el Colegio Militar de la Corte Suprema de la Unión Soviética, fue detenido en 1937 a instancias del organismo que presidía y ejecutado por contrarrevolucionario; su madre, ingeniera y escritora, fue deportada al Gulag en 1938.
Ahora Acantilado ha traducido -por fin- al español la más completa historia de este colosal y siniestro edificio, y de los trágicos destinos de sus ocupantes, publicada en 2017 por el historiador ruso-estadounidense Yuri Slezkine: la monumental La casa eterna. Saga de la Revolución rusa. Baste para recomendar esta obra que entiendo imprescindible la escrito por Antonio Muñoz Molina: "Confieso que nunca en mi vida he leído un libro como este. Por su escala desmedida, su variedad, su hondura humana, su agudeza política, está a la altura de Guerra y paz, de Vida y destino, de Archipiélago Gulag" (El País). Personalmente añadiría a estas obras las de Svetlana Aleksiévich. ¿Comprenden por qué lo considero un libro necesario?
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