Cautivo

26 de septiembre 2025 - 03:06

Pprimero fue Unamuno y ahora se ha atrevido con el relato de un período decisorio de la vida de Cervantes. Amenábar ha sido criticado por alguna escena que otrora hubiera sido censurada por las mentes más castas y beatonas a la par. Aún hay lerdas molleras que siguen considerando la homosexualidad un desprestigio moral. Hemos heredado ese molesto prejuicio desde tiempos inmemoriales sin apenas haber avanzado en sus consideraciones. La moral cristiana, judaica y musulmana, de las que somos herederos, han sido los tres tapones más dañinos para el desarrollo de nuestra individualidad y libertad.

Homofobia, misoginia y machismo son tres ejes fundamentales de estas corrientes religiosas. Algunas se han ido liberando de estas cadenas a lo largo del tiempo. Otras permanecen claramente en las oscuras décadas medievales. Aún hoy en día algunos varones homosexuales se casan para ocultar sus inclinaciones de alguna manera, bien por presión social, familiar o por contradicciones personales. Miguel de Cervantes se casó con Catalina de Salazar. Ella tenía una hija, Isabel, fruto de una relación anterior. No se conoce descendencia. En esta España de hombretones siempre se ha comentado la debilidad que sentía Lope de Vega por todas las mujeres. Hay un listado interminable; sin embargo, de Cervantes se ha ocultado su intimidad. De su obra, como sucede con Shakespeare y sus sonetos yámbicos, podría entreverse ciertas predilecciones. Nadie se avergüenza del vate de Stratford, ni de Leonardo, ni de Miguel Ángel. ¿Por qué en nuestro país la derechona rancia y más conservadora sigue considerando esto como una depravación? Cuando releí El Quijote me pregunté qué pasó realmente para que un señor orondo abandonara a sus hijos y a su mujer, Teresa Panza, y se uniera a otro señor que solo quería serle fiel a su querida Dulcinea, y que solo existía en su cabeza, como el homosexual reprimido actual, que va con chicas o se echa novia para evitar chismes. También podría ser, entre sus múltiples lecturas, una historia de amor platónico entre dos maduritos, el chaser y el osito, en busca de aventuras. Su esposa lloró tanto al ser abandonada nuevamente [II,V] como él amargamente ante el cuerpo yacente de su señor don Quijote (y amado). Indudablemente esto es una interpretación más de las múltiples y ricas que encierra esta obra tan colosal. Además, los grandes genios de nuestra cultura universal lo han sido. ¡Ánimo, Alejandro! Por cierto, has desaprovechado la ocasión de realizar una gran película.

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