ES frecuente acusar al político que gestiona su administración con modos arbitrarios de haberla convertido en su "cortijo" o en su "chiringuito" particular. Ahora gracias al Ayuntamiento de Torremolinos y a Demarcación de Costas -y no sabemos cuántas Consejerías están en el ajo- hemos descubierto que un chiringuito convencional, con sus chopos, chopitos, calamares y calamaritos, también es convertible en un órgano de poder. El alcalde Pedro Fernández Montes está "harto de recibir palos", dice. Su equipo de gobierno (del Partido Popular) ha presentado una moción para desentenderse de las concesiones de los establecimientos de la playa que hasta ahora manejaba: 64, entre quioscos y restaurantes; ya ha vencido la concesión de varios pero de todos se van a librar.
¿Qué "palos" son el motivo para deshacerse de la gestión? Un informe de los técnicos municipales cifra en 30.000 euros las multas que Torremolinos ha tenido que pagar a Demarcación de Costas.... por infracciones que cometieron, no el ayuntamiento, sino los agraciados por la concesión. Fernández Montes señala que Costas -o quien sea, porque hasta cuatro consejerías se han repartido las responsabilidades- se ha vuelto quisquillosa hasta la exasperación. Para Fernández Montes, la ley se ha aplicado de forma "exacerbada y fundamentalista". (Una "aplicación de la ley" no puede ser ni "exacerbada" ni "fundamentalista": la ley se aplica o no se aplica. Pasarle la mano a una administración no es serio, aunque sea acostumbrado). En el Ayuntamiento encuentran "móviles políticos" para provocar un enfrentamiento entre éste y los hosteleros. Ya sabemos que detectar móviles de esos es el pasatiempo de cualquier político, pero aquí habría que detenerse. El alcalde admite que siempre queda la posibilidad de recobrar las concesiones si hay movimientos en el gobierno andaluz y nacional. Así nos da una idea de cómo funciona la sintonía entre administraciones, con los chiringuitos y con todo lo demás.
Es curioso. La pasión de las administraciones es acaparar competencias. Da igual que cuente con medios para sacarlas adelante, lo ideal es tener mucho que hacer, mangonear, meter baza. Que un ayuntamiento busque voluntariamente renunciar a las suyas llama la atención. 64 locales en la playa de Torremolinos es un bocado jugoso; y muy duro han tenido que servirlo para que a Fernández Montes se le atragante. Ahora varias asociaciones están exigiendo que el Estado recupere las competencias sobre el río Guadalquivir. Regantes, agricultores y colegios profesionales andaluces quieren forzar a la Junta para que cumpla el dictamen de los tribunales, hartos como están del caos legal. ¿Alguien se quejaba del centralismo?
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