Churras y merinas

20 de mayo 2025 - 03:08

Vaya! Melody y su Esa diva acabaron en el festival de Eurovisión en un desastroso antepenúltimo puesto. RTVE se coge un rebote y le echa la culpa al televoto… ¿será porque es la única forma de votación que no puede controlar? Claro, otro gallo cantaría si el voto lo controlara el CIS de Tezanos. Y para cosechar ese pésimo vigésimo tercer puesto (de 26 participantes), ¿no tendría algo que ver el manifiesto político contra Israel con el que comenzó la transmisión RTVE, desafiando a la Unión Europea de Radiodifusión? A todos nos produce rechazo e indignación la situación en Gaza y la masacre que se está produciendo. ¿Pero, era Eurovisión el sitio y el momento oportuno para denunciarlo? En la vida, mal que nos pese, no se pueden mezclar churras con merinas, y menos cuando unas y otras andan a la gresca. Porque si el ejército de Netanyahu está cometiendo un genocidio en Gaza, no es menos cierto que Gaza es el reino de los asesinos de Hamás. Y ha resultado que, en España, los televotantes han premiado la participación de Israel. De ahí las palabras del ministro israelí, Amichai Chikli, dedicadas a nuestro presidente: “Sánchez, parece que los españoles han hablado y la bofetada se ha escuchado aquí en Jerusalén”.

No hay nada que produzca más rechazo en la población que la política y los políticos que, en lugar de utilizar el debate y la contraposición de ideas e ideologías, recurren al desprecio del oponente, al intento de ridiculización del contrario, a la asunción de supuestas supremacías ideológicas o morales y, sobre todo, a la mala educación mostrada con gestos (risas forzadas, sacar la lengua, aplausos desmedidos y falsos, etc.), a los que tan acostumbrados nos tienen nuestros políticos —sálvese el que pueda, que alguno hay— en los debates parlamentarios y ruedas de prensa. O las contestaciones chulescas y evasivas que se utilizan como si los ciudadanos fuesen bobos. Es inadmisible —y causa frustración política, que luego se convierte en voto en contra— que, ante preguntas concretas, el gobernante conteste con respuestas que nada tienen que ver con el asunto. El ejemplo lo hemos tenido constantemente en las sesiones de control al Gobierno en el Parlamento. Consecuencia de esas prácticas es que el ciudadano, sea de la ideología que sea, pero no alienado por un partido, ve con sorpresa que no hay explicación para nada, absolutamente nada, con un desprecio absoluto al Parlamento, o sea, a la soberanía popular. Esas prácticas perjudican gravemente a la democracia y a la confianza en ella. España políticamente, con este Gobierno, es igual que la España de los años sesenta del siglo pasado.

María Jesús Montero ha tocado arrebato y ha puesto al PSOE en pie electoral. Ha comenzado la campaña en previsión de que Moreno Bonilla adelante las elecciones. Pero tácticamente, al PSOE le interesaría más que las andaluzas coincidieran con las generales, y si Moreno adelanta las elecciones, tendría que adelantarlas Sánchez. Algo imprevisible, porque, con las aguas turbias y revueltas que tiene ahora mismo su gobierno y, especialmente, su propia persona, para nada le interesa ese adelanto. Además, ¿para qué adelantarlas? Si Montero, entre el problema que tiene por favorecer a los catalanes y su pésima educación, se basta y sobra para perder votos y ponerle en bandeja a Moreno Bonilla el triunfo. ¿O no?

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