La ciudad que lo vio nacer

Tenemos que hacer un enorme esfuerzo en adaptarnos a empleos que aún no han sido creados

Rondaba el año 1900 cuando un joven malagueño, Pablo Ruiz Picasso, visitaba la exposición universal de París para contemplar la presentación de una de sus primeras obras internacionales, el lienzo "Últimos momentos". Desde ese instante aquel incipiente pintor dejó de estar apegado a su tierra para pasar a ser patrimonio de la humanidad. Para algunos es una tragedia tener que dejar la ciudad que lo ve nacer, pero para otros es parte de su inercia vital por ampliar las fronteras del conocimiento y la creación. Este espíritu ha hecho de Málaga lo que hoy es, y la capacidad para afrontar los cambios dependerá de la actitud de cada uno ante la adversidad y ante la diversidad.

En este sentido comenzamos un nuevo año cargado de proyectos e ilusiones. En él se conmemoran los 50 años de la muerte de Picasso y, si hay una enseñanza que éste nos dejó, es que somos ciudadanos del mundo. Difícilmente el arte abstracto hubiera surgido en una pequeña población del sur de España a finales del siglo XIX. Pero hoy son los nómadas digitales los que recalan en nuestras costas atraídos por esa forma diferente de ver el mundo. Basta con dar un paseo o tomar un café para sentir una atmósfera de idiomas y culturas distintas a nuestro alrededor, como hasta ahora sólo podíamos contemplar en lugares como Manhattan o Montmartre.

Y ya no es el turismo ocasional o vacacional, sino la llegada constante de profesionales que trabajan entre nosotros y que conviven con el devenir de nuestra sociedad. Preparar a una ciudadanía para estos cambios no es una cuestión baladí. Desde la universidad tenemos que hacer un enorme esfuerzo en adaptarnos a empleos que aún no han sido creados y facilitar esa transición hacia nuevos modelos tecnológicos e industriales radicalmente diferentes. Aunque muchos siguen empeñados en mirar por el retrovisor, y se aferran al recalcitrante revisionismo histórico, a la mayoría de las personas eso ya les importa bastante poco.

Mejorar un territorio desde los puntos de vista laborable, estable y saludable están siendo claves para atraer talento, y por tanto ninguno de dichos aspectos puede ser minusvalorado. SI logramos, entre todos, mantener el ritmo y lograr que nadie quede atrás, no debemos renunciar a todo lo que este esfuerzo traerá consigo, porque como bien escribía desde su prisión el propio Nelson Mandela: "Soy el dueño de mi destino, soy el capitán de mi alma".

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