Coches sin caballos

17 de enero 2025 - 03:07

La decisión del Ayuntamiento de Málaga de eliminar los coches de caballos de las calles ha generado un intenso debate en la ciudad. Por un lado, se argumenta que esta medida responde a una demanda social creciente en favor del bienestar animal y la modernización del paisaje urbano. Por otro, los defensores de esta tradición centenaria temen que, al eliminar los coches de caballos, se borre parte de la identidad cultural de Málaga. Entonces, ¿estamos ante un avance necesario o ante una pérdida irrecuperable de nuestras raíces?

Es cierto que los coches de caballos han estado en el ojo del huracán durante años. El calor abrasador del verano malagueño y las condiciones de trabajo de los animales han levantado críticas de asociaciones animalistas y ciudadanos preocupados por su bienestar. En 2023, varios vídeos virales mostrando caballos colapsando en plena calle alimentaron un clamor popular que pedía acabar con esta práctica.

El Ayuntamiento, con el argumento de cuidar a los animales y proyectar una imagen más moderna y cosmopolita de Málaga, ha decidido dar el paso. La eliminación de los coches de caballos se alinea con la transformación que muchas ciudades turísticas han experimentado en las últimas décadas: más zonas peatonales, menos vehículos contaminantes y un enfoque en la sostenibilidad.

Los coches de caballos no son simplemente un medio de transporte pintoresco. Son un símbolo de una Málaga que alguna vez fue más lenta, más serena, más conectada con su pasado. Estas calesas han acompañado a generaciones de malagueños y turistas en momentos tan importantes como la Feria o la Semana Santa.

La tradición de los coches de caballos está intrínsecamente ligada al ADN cultural de Málaga. Representan una forma de vida que recuerda a una ciudad menos saturada por la prisa, donde el tiempo tenía otro ritmo y el contacto humano era más directo. Eliminar esta práctica puede ser visto, para muchos, como un paso más hacia la homogenización de las ciudades, donde todo lo que no encaje en un modelo “moderno” queda descartado. No cabe duda de que Málaga está viviendo un proceso de transformación acelerado. En las últimas décadas, hemos visto cómo se ha convertido en una referencia turística global, con su Centro Histórico peatonalizado, la llegada del Museo Picasso, el auge del Soho como barrio cultural y la expansión del Puerto. Pero en esta carrera hacia la modernidad, cabe preguntarse: ¿no estamos perdiendo algo esencial en el camino?

Modernizarse no debería significar borrar el pasado. En lugar de eliminar los coches de caballos, ¿por qué no buscar alternativas que equilibren tradición y bienestar animal? Carrozas eléctricas diseñadas al estilo de las calesas tradicionales, regulaciones más estrictas sobre las condiciones de los animales o limitar su uso a eventos culturales y festividades podrían ser soluciones intermedias que respeten tanto el pasado como el futuro de Málaga. La ciudad puede y debe modernizarse, pero sin olvidar que su riqueza reside en su historia, en sus tradiciones y en la forma en que estas dialogan con el presente.

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