Reflejos de Málaga
Jorge López Martínez
¡Que viene el ‘loVox’!
Mientras ensalzaba el espíritu de la Transición, Felipe González le pidió a la clase dirigente, en la entrega del Premio Clavero a Alfonso Guerra, que no perturbe la convivencia, el mismo día que PP y PSOE estrenaban el curso a sartenazo limpio. Ni la escalada de la tensión con Rusia les invita a rebajar el tono. Hace tanto que no hablan entre ellos que sólo imaginarlos redactando la Constitución del 78 provoca escalofríos. Aún irían por el artículo 2. El ascenso de Vox tiene de los nervios al PP. Sánchez suele recurrir al todo vale, pero que Feijóo abandone la vía moderada para emular a Abascal, de repente, no deja de sorprender. Procedía de la zona templada del PP y ha sido abducido por la corte de Madrid. Tras años hablando de un Gobierno “ilegítimo”, sólo le faltaba comparar a Sánchez con Franco. Y Tellado ha ido más lejos al decir que “podemos empezar a cavar la fosa donde reposarán los restos de un Gobierno que nunca debió existir”. Da miedo cuando quiere. Abascal en cambio ha aprendido a callar cuando otros le hacen el trabajo sucio. Moreno así lo interpreta y manda templar: “Los moderados tenemos menos espacio”. Se dirige también a los suyos porque la campaña antisanchista y los ataques socialistas a Feijóo benefician sobre todo a Vox.
El presidente andaluz insiste en que no anticipará las elecciones, tranquilidad. Pero los adelantos no se anuncian, se ejecutan. Y tratar de ganar unos meses para frenar a Vox es natural. Así se desligaría de su partido y evitaría errores no forzados. Tampoco podrían achacarle que una crisis –como la que vivió Susana Díaz con la Sanidad– le impide agotar el mandato. Sólo tendría que envolverse en la bandera andaluza frente al cupo catalán para pedir el voto. Y a Montero le pillaría con el paso cambiado. Sus colaboradores lo ven tan claro que únicamente se preguntan si podrán retener a los votantes de Vox, bajo una atmósfera tan crispada, por la vía andaluza –la de la moderación en las formas y la capacidad de diálogo para pactar– o si Moreno tendrá que elevar el tono (modo Ayuso) para triunfar. Entretanto, Vox crece sin pisar charcos. Apenas se detiene en la quita de la deuda porque prefiere hablar de inmigrantes, las paguitas y el precio de la carne. PP y PSOE olvidan que sus mejores resultados llegaron renunciando a los extremos y conquistando el centro con un mínimo de consenso y una idea fija: la igualdad de los españoles. Apostaban fuerte, sí, pero no precisaban arrancarle la piel a tiras al rival para lograr su objetivo.
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