Paisaje urbano
Eduardo Osborne
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Quizás
Tengo miedo. Hasta ahora los relatos de ciencia ficción me han hecho pensar; me han divertido y ayudado a comprender lo que somos; me han acercado a lo desconocido y ofrecido preguntas y respuestas. Algunos con la ingenuidad de explicarlo todo como una contienda entre buenos y malos en la que algún héroe con superpoderes nos salve; y otros con capas más profundas en las que se plantean viajes que nos dejan al final colgados del horizonte acompañados por la única certeza de nuestra mortalidad. Algunos me han alegrado haciéndome sentir parte de una aventura. Otros me han concienciado de lo minúsculo de nuestra condición. Hasta que he visto la serie de Netflix El problema de los Tres Cuerpos, basada en las novelas de Liu Cixin.
La serie impresiona desde el comienzo, porque alcanza un nivel de producción y complejidad, que abandona en el pasado a todo lo visto con anterioridad. El guion mezcla thriller, suspense, romance, aventura, videojuegos, narración cinematográfica clásica, denuncia política, y hasta humor. El cocktail es tan brillante que provoca adicción inmediata como televidente y te hunde como profesional, porque algo así escapa de nuestras posibilidades. Ni la capacidad para idear un relato así, ni la de contarlo de este modo, está a nuestro alcance. La serie arranca cuando algunas de las mentes más brillantes del planeta aparecen muertas tras suicidarse aparentemente por saber que algo terrible le va a suceder a la humanidad. Como dinosaurios conscientes de lo que les va a ocurrir instantes antes de la llegada del meteorito.
Basta con mirar con un poco de detalle en las obras que los mejores músicos, novelistas, pintores, poetas, o creadores audiovisuales de la actualidad van dejando, para darse cuenta de que la esperanza y la ilusión han sido sustituidas por un tono apesadumbrado, triste y en ocasiones terminal, en donde no cabe ni la aventura, ni el romance y todo lo ocupa el miedo. Parece que los mejores saben que el sol se está apagando y el agua escasea. Todos los protagonistas de la serie son infelices, y el amor, el único antídoto que nos salva desde que existimos, no tiene espacio ni en su vida, ni en sus recuerdos. La enrevesada historia ideada por Cixin y producida por los productores de Juego de Trenes nos dice que quien acabará con nosotros está en la puerta, porque solos somos incapaces de salvarnos. Y aunque parezca puro entretenimiento, lo que cuenta da miedo, porque se asemeja demasiado a la realidad.
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