Los nuevos tiempos

César De Requesens

crequesens@gmail.com

La cultura del 'me gusta'

Que algo transitorio se haya hecho dueño de las decisiones de media humanidad dice mucho del rumbo de las cosas

La tiranía del me gusta se impone en todo. Justo cuando el mal gusto en el vestir y el hablar y el actuar se ha hecho el rey de lo cotidiano, el agrado de cada de cual, esa preferencia más o menos leve o pasajera por esto frente a aquello es lo que domina por encima del más rotundo y comprometido quiero o el tan escaso lo adoro o me apasiona. Nada. Con el me gusta va que chuta. Desde una potencial pareja hasta unos pantalones. Es la medida de todas las cosas. El antojo efímero.

Que algo tan ligero y transitorio como el capricho puntual se haya hecho dueño de las decisiones de media humanidad dice mucho del rumbo que tomaron las cosas. Porque gran parte de la humanidad ni se plantea si le agradan las cosas, pues con ir sobreviviendo en el día a día lleno de carencias y renuncias tienen de sobra. Que te pregunten por tu complacencia tiene mucho de pertenecer al primer mundo, a los mimados de la vida. A las grandes catástrofes, las epidemias o las hambrunas poco les importa nuestra gana. Y no digamos a aquellas personas a las que no les agradamos ni en pintura o a los jefes que no les valemos para ocupar sus puestos de trabajo.

Nuestra preferencia en el placer, en su pequeñez, realmente no importa tanto. Para poder optar a elegir entre los platos de una carta en un restaurante antes hay que tener la cartera bien llena como para poder sentarse a una mesa.

Otra cosa es querer algo o a alguien. Eso ya si que me vale. La estima mueve algo más profundo y exige renuncias. Gustos hay como colores, pero las querencias son más selectivas. Obligan a evaluar lo que se desea, a sopesar los pasos a dar para conseguirlo. Hay esfuerzo y también lucha contra otras tendencias menores que pugnan por malograr alcanzar lo que se pretende. Pero casi nadie nos pregunta por lo que amamos. Tampoco nosotros mismos. Con el me gusta/no me gusta vamos tirando, que ya es mucho.

Así vamos navegando en este mar de estímulos seductores que nos quieren atraer desde lo más elemental de cada uno. A la larga, ese estimular los deseos básicos para tele dirigirnos hacia un consumo ya previsto según el target en el que estemos incardinados para las grandes corporaciones es lo que mueve a esa masa que no ve el palo ni la mano de la que pende la zanahoria tras la que como burritos corremos con gusto tras nuestros gustos y al paso.

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