La tribuna

Juan Carlos Pérez-Lanzac López

La depresión nerviosa actual

22 de enero 2011 - 01:00

ES una de las enfermedades del sistema nervioso más temida, sobre todo, para los que la han padecido. Pero tal como lo predijeron los psiquiatras en el siglo pasado, se ha implantado y bien en nuestra sociedad actual. Esperemos que durante este año comience el descenso de esta enfermedad.

Los expertos la achacan al malestar del exceso bienestar, es decir, que el ser humano al disponer de todo va perdiendo la ilusión por la vida puesto que nada le cuesta trabajo, no tiene objetivos, todo lo tiene, luego ¿para qué vivir? Las motivaciones y las ilusiones son fundamentales para vivir, al igual que el llevar una vida en orden con tus pensamientos e ir cumpliendo objetivos alcanzables y lógicos que produzcan autoestima, procurar no levantar falsas expectativas a los demás y no permitir que nos la produzcan a nosotros.

En los tiempos que corremos actualmente, además de los motivos expuestos, es la pobreza en la que viven muchísimos españoles, debido a la crisis que ha situado a España en uno de los países de cola de la Unión Europea. Los psiquiatras clasifican la depresión en dos tipos. Las exógenas debido a choques traumáticos externos, como el perder un ser querido, un fracaso, un divorcio, etc. y las endógenas, producidas por un cambio en la bioquímica de los neurotransmisores cerebrales. Yo añado una más, que sería la depresión -dependiente del gobierno-, que sería una variedad de la exógena y que está haciendo estragos.

El desarrollo e incorporación a la sociedad de las nuevas tecnologías han aportado muchas ventajas para el bienestar y el avance en muchos aspectos de la vida diaria, pero como esta vida es una perfecta balanza, también han aportado muchos inconvenientes. La televisión nos aporta información y nos distrae, pero también nos aísla, pues prácticamente ha eliminado el diálogo familiar y es un hecho que en cada habitación de cada hogar existe un televisor porque no nos ponemos de acuerdo en ver el mismo programa. En los años 1960-70 sólo existía un canal y éramos felices. Ahora podemos disponer de 50 canales y por eso no hay acuerdos para ver la tele todos juntos.

El ordenador ha sido un gran avance, pero es otro aparato que está presente en cada dormitorio de los hogares. Nos ha proporcionado una gran velocidad de comunicación, pero también ha minimizado la comunicación directa entre las personas. Televisión y ordenador se han unido y han conseguido aislarnos. Me acuerdo hace años que a un niño norteamericano le preguntaron que a quién quería más de su casa y el nene contestó que a su tele. Oír esto me resultó lamentable.

Si a estos dos elementos le unimos el teléfono móvil, la soledad está servida. Oí hace unos días por la radio que se predecía que dentro de unos años, la mitad de la población vivirá sola y, de hecho, el número de viviendas pequeñas ha aumentado un 30%.

Hemos conseguido una sociedad dependiente de la tecnología y no de las personas, es decir, que nos hemos deshumanizado, con lo cual se le pierde sentido a la vida y el vacío interior, la ansiedad y la depresión aparecen.

La depresión es una falta de ganas de vivir. Los médicos de cabecera intentan ayudar con la prescripción de medicamentos, pero estos lo único que hacen es minimizar el cuadro clínico de la enfermedad, pero no nos solucionan los problemas. Problemas han existido toda la vida, pero se han llevado de otra forma. ¿Que hacían nuestros abuelos sin disponer de tantos fármacos? Sólo disponían de infusiones de plantas medicinales y eso sí, tenían una resignación sorprendente conseguida por la adaptación al medio. Se vivía con lo que se tenía e incluso se cantaba cuando se trabajaba. Me acuerdo de pequeño cómo las mujeres fregando los suelos o blanqueando cantaban o los jornaleros en el campo mientras faenaban cantaban.

Siempre ha habido escalas de valores y los españoles estábamos muy enraizados en la fe en Dios. Esto ayudaba porque se descargaban los problemas en el Señor. Existía una disciplina en casa y en los colegios y no pasaba nada. Los niños jugábamos en la calle y con una caña y una caja de cartón hacíamos un juguete. Ahora lo tenemos todo y no somos felices.

La crisis económica se une a esta situación y ya tenemos una España rota infeliz que no sabe adónde va, ni para, ni por qué. Algo habrá que hacer, pues así no podemos vivir, dejando a nuestros nietos un país sin ilusiones.

Según la Organización Mundial de la Salud, la depresión es el problema sanitario más importante del mundo. Por tanto, a grandes males, grandes remedios y desde estas páginas le recuerdo a los políticos la obligación adquirida con los ciudadanos de velar por su salud y seguridad. En la vida se paga todo y los actos de acción y de omisión que vayan en contra de la salud de las personas quedarán en la conciencia para siempre del que pudo remediarlo. Mientras tanto, decirle al que padezca esta enfermedad que no se rinda y que se ponga a trabajar en lo que sea, aunque no gane un euro, pero que no deje que la mente le pueda. Muchos ejercicios y un buen terapeuta.

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