El líder del PP calificó de histórica la derrota sufrida por el gobierno, al no convalidar el parlamento un decreto sobre remanentes municipales. Un adjetivo que empequeñece la historia. Aunque su entusiasmo sea perfectamente comprensible. Desde que el gobierno planteó este asunto de los remanentes, cuya explicación sólo está al alcance de los iniciados, el PP vio la oportunidad de levantar a sus alcaldes contra Sánchez, reduciéndolo todo a que el presidente pretende incautarse del dinero de los municipios y de sus sufridos vecinos. Una versión PP del "España nos roba". La batalla la tenía perdida el gobierno ya que sus argumentos, técnicos y de cierta complejidad, no se podían reducir a un eslogan igual de simple. En una sociedad tan polarizada, en la que no hay sitio para sutilezas ni tecnicismo, el fondo y el contenido de los asuntos es lo de menos. Cualquiera habría obrado igual que el PP, pudiendo infringir una derrota al gobierno de turno, contando además con el acompañamiento de alcaldes de otros partidos. Si ya resulta difícil entender que, a consecuencia de una ley del PP de 2012, haya 14.000 mil millones de euros de los ayuntamientos congelados en los bancos, todo lo demás que rodea este asunto resulta igual de esotérico para el común de los mortales. Lo único que se entiende es que Sánchez ha sufrido una notable derrota parlamentaria, entre vítores y aplausos de la oposición. Y que, innecesariamente, el gobierno se ha pegado un tiro en el pie en el momento más inoportuno. Dando algo de oxigeno a un PP acosado, otra vez, por graves asuntos judiciales.

Por cierto que, aunque sea lógico crearla, no estoy seguro de que sea una buena idea montar una comisión de investigación en paralelo a las actuaciones judiciales. Es cierto que hay en este caso notables diferencias con otros asuntos, ya que el Kitchen trata de la utilización partidista de la estructura mismísimo ministerio del Interior, algo que vincula al propio ejecutivo. Un grave asunto que, desde luego, concierne al parlamento en su función de control del gobierno. Pero ya sabemos que, entre nuestros malos hábitos parlamentarios, está el de hacer mal uso de estas comisiones ya que lo único que buscan en ellas los partidos es munición para disparar al enemigo. Creo que ya hay suficiente ruido y presión mediática y política sobre los jueces, a los que convendría, por ahora, dejar hacer su trabajo sin intromisiones de otro poder.

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