Bloguero de arrabal

Pablo Alcázar

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La desamortización del Calvario

La Semana Santa ha pasado de las manos del poder a las del pueblo, y las calles son ahora un completo calvario

Ya pasó antes, el cristianismo se apropió de mitos y leyendas mesopotámicos, le robo al Olimpo dioses y relatos, de Platón tomó lo del alma, a San Pablo -un gentil- debe la invención de la primera red social: el Cuerpo Místico de Cristo que mantiene conectados a todos los creyentes que estén en gracia de Dios, aptos para recibir todo tipo de beneficios espirituales y cupones de santidad, canjeables en el más allá. 'El pueblo', sea este lo que sea, le ha arrebatado a la Iglesia Católica una de sus herramientas de afiliación y de propaganda más eficaz: La Pasión. Con el conque de que todo un dios muere ominosamente, el pueblo fiel se harta de gambas, cervezas y recibe raciones de belleza asequibles, digeribles y reconfortantes. Es lo más democrático que ha sucedido en España, hasta ahora. El pueblo ha barrido las antiguas jerarquías clericales, ha inventado nuevas, se ha apuntado al politeísmo -al que los teólogos ya habían adecentado previamente-, transformando los viejos ídolos en imágenes de culto y superando al Panteón clásico en el número de divinidades. Y el pueblo llano los saca a pasear en primavera, si la lluvia se lo permite. Entonces, sobre estas gozosas ceremonias -que el turismo (nuestra industria más boyante), ampara y justifica- hay quienes se preguntan: ¿Quién se inventó la Semana Santa? O antes: ¿De quién es la escuela: de curas o de laicos? O, ¿de quién son los romances, los refranes, las pócimas de curación, las recetas? De los ricos, de los cultos, o del pueblo que atesora -aunque pobre- el dolor, la sabiduría y las experiencias de una vida perra, y que con ese turbio magma de gozos y sombras da a luz lo más hermoso, lo más compartido, lo más común. El poder y la riqueza -sostienen muchos- han trabajado siempre para neutralizar y/o inmatricularse esos tesoros. Mendizábal, en 1836, realizó su 'Desamortización', expropiando o subastando los bienes eclesiásticos que estaban 'muertos', improductivos, en manos de curas y frailes, donados durante siglos por piadosos cristianos, convencidos de que compraban el Cielo con sus dineros. Ahora, las masas, hartas de hacer de extras en las procesiones, han desamortizado la Semana Santa, arrancándola de las manos ineptas de ricos, curas y políticos. Y, si de las masas dependiera, el año entero sería un Calvario.

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