Los dioses deben estar locos

DÁNDOLE vueltas a la memoria para encontrar el primer vestigio moderno del cambio climático lo he localizado, como no, en una divertida película. Se estrenó en 1980. La historia de Xi, el hombre de la tribu de los bosquimanos al que le cae del cielo una botella de Coca-Cola en pleno desierto del Kalahari. El afortunado pensaba que aquel casco de cristal enviado desde las alturas era un regalo divino, pero acabó convencido de que el dichoso recipiente vacío podía terminar con la feliz convivencia de su tribu y huyó con la chispa de la vida hasta devolverla a los confines de la tierra para devolver la paz a su mundo, porque Los dioses deben de estar locos.

Todavía el cielo no nos envía precipitaciones con sabor a refresco, pero todo se andará. El pasado jueves 10 de diciembre, este periódico publicaba un informe de los expertos del Centro Meteorológico zonal de Málaga en el que se nos advertía de que en esta primera década del siglo se ha superado todos los años, excepto en dos, la temperatura media de 19 grados. Con las estadísticas en la mano, 2009 suponía el fin del ciclo de sequía iniciado en 2005, pero a tres semanas de concluir el año, decíamos entonces: "A menos que llueva mucho", estamos en el periodo más seco del decenio.

Pero como las matemáticas son una ciencia exacta, ni siquiera podemos acudir al milagro para explicar lo ocurrido estas dos últimas semanas. La fuerza de los números se ha impuesto. Y ya tenemos agua acumulada en los pantanos para garantizar el consumo en la provincia malagueña durante los dos próximos años.

Así que despedida oficial a la sequía. Las administraciones, encantadas, olvidarán nuestro problema estructural para destinar las futuras inversiones a objetivos más urgentes. Un final feliz para un año horrible. Ya se sabe. La Coca-Cola es así.