Juan López Cohard

El discurso

El zoco

26 de diciembre 2023 - 00:00

Estamos en Navidad. Y, como es preceptivo, todos los años, S. M. el Rey en la Nochebuena se dirige al pueblo para felicitarle las fiestas y hacer los comentarios que considere pertinentes sobre la situación del país o los acaecimientos habidos durante el año. Pero al Rey cada vez le están dejando menos temas de los que hablar, ya que con la tensión política existentes y el muro creado por la izquierda para no entenderse con la derecha y la coalición de las izquierdas con los separatistas aunque sean más de derechas que los facciosos de Musolini, hablar de política le está vedado, ya que diga lo que diga cabreará a una de las dos mitades que componen el pueblo español. Puesto así, Su Majestad solo tiene un tema de lo que puede hablar: de la Constitución. Pero resulta que hasta hablar de la Constitución es problemático porque, a pesar de que la Carta Magna ha funcionado razonablemente bien y nos ha proporcionado casi medio siglo de paz y progreso, ahora el propio Gobierno la está poniendo en solfa y resulta que lo que era rotundamente inconstitucional hace unos meses, ahora es constitucional y necesario para que los españoles nos llevemos peor. En definitiva, la Constitución a quienes no les satisface es a los grupos que tienen como objetivo trocear España y repartírsela que, por otra parte, es una minoría muy manifiesta, pero tienen en el Parlamento siete votos privilegiados para chantajear al presidente del Gobierno y a su partido que tan solo persigue la permanencia en la Moncloa.

La Constitución, a pesar de la defensa a ultranza que hizo de ella el Rey en su discurso de Navidad, va a saltar por los aires. Y va a saltar por los aires porque será constitucional todo aquello que le interese a un Gobierno que está en manos de unos chantajistas a los que de entrada les va a dar la amnistía de todos sus delitos. Los actos terroristas del “tsunami democrátic” desaparecerán y, gracias a la amnistía, sus condenas se convertirán en delitos cometidos por jueces y fuerzas de seguridad. También desaparecerán los delitos de malversación de caudales públicos y los de desobediencia a los tribunales de justicia y la surrealista declaración de la República Catalana y, todo se andará, veremos al ridículo y esperpéntico fugado en el maletero de un coche, Puigdemont, siendo recibido por los independentistas catalanes como un heroico patriota.

¿Qué podía decirle el Rey a los españoles la noche de la Nochebuena? La más mínima opinión, por razonable que pudiera ser, en contra de las concesiones que el Gobierno le está haciendo a ERC, Junts per Cat, Bildu y PNV, o sobre las injerencias del Ejecutivo en la Justicia, o sobre tantas otras cosas contrarias al espíritu de la Constitución, harían saltar como chacales a todos los ministros con el presidente a la cabeza en contra del Rey aduciendo que está sobrepasando sus competencias y metiéndose en política. Al Rey no le queda otra que tragar y firmar lo que el Gobierno le ponga por delante. Y eso es lo que hay, Pero aún peor es lo que nos queda por venir, porque el presidente del Gobierno, según he leído, ve el referéndum que piden los independentistas catalanes como “inconstitucional ¿Cuándo será el referéndum? Porque ya sabemos que el presidente no miente, cambia de opinión.

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