Ya, dulce amigo, huyo y me retiro

Lo que a algunos nos aflige de la actual Semana Santa no son males propios de ella sino de los tiempos. Si la que se dice izquierda a la izquierda del PSOE, liderada por una señora Danvers con algo de cursi señorita Rottenmeier, presenta su proyecto subiendo al escenario a un influencer, tiktoker e incluso dicen que eurofan, y cuenta entre los invitados de postín con un presentador de programas del corazón, ¿qué se puede esperar de un cuerpo tan poroso y mudable, por vivo y adaptable, como el de nuestra Semana Santa?

Recurro a este ejemplo extremo porque me parece ilustrativo que la izquierda, cuyas insignias fueron la cultura y la educación -"El hombre medio alcanzará la talla de un Aristóteles, de un Goethe... Y por encima de estas alturas, nuevas cimas se elevarán", escribió Trotski- están a merced de y/o sirviéndose de influencers, tiktokers y estrellas de la televisión cutre-cotilla. Comparado con esto lo de la plataforma de apoyo a Zapatero con la intelectualidad haciendo la ceja parece la foto de Azaña en el Ateneo de Madrid rodeado por Unamuno, Marañón, Jiménez de Azúa o Clara Campoamor ("Nada es más urgente en España que el concurso de la inteligencia pura en las contiendas civiles" dijo en su discurso Tres generaciones del Ateneo). Parece que de entonces a Sánchez, Iglesias, Belarra, Montero y Díaz con su cohorte de influencers y showmans, la realidad de los ideales de la izquierda socialista y la izquierda a su izquierda han, por decirlo así, bajado de las "nuevas cimas" de Trotski y "la inteligencia pura" de Azaña a la morralla de las redes y la telebasura.

¿Y esto qué tiene que ver con lo peor, que no es poco, que afecta la Semana Santa? Mucho. Porque vive en la misma sociedad que ha convertido la política en espectáculo barato contaminándola con lo peor del momento. Que resulta ser lo mayoritario y por lo tanto lo que más votos puede dar a los políticos, más hermanos a las hermandades y más nazarenos y entusiasmo de las bullas a las cofradías. Es la Semana Santa de los influencers, tiktokeros, community managers (que se enzarzan en las redes mientras sus cofradías están en la calle), charangas coreografiadas, besamanos reducidos a photocall, magna cabalgata fin de semana o nivelito manifiestamente mejorable de muchos dirigentes. "Se puede huir de todo, menos del tiempo que ha tocado vivir" dijo alguien.