Mirada alrededor

Juan José Ruiz Molinero

jjruizmolinero@gmail.com

El 'efecto Sánchez'

Es cada día más evidente el daño que el Presidente y sus aliados están haciendo en el PSOE

Los que apostamos, en la Transición, por la renovación política, por el progresismo y la consolidación de las libertades democráticas iniciadas por Adolfo Suárez vimos en el PSOE una opción que diversos errores fueron debilitando, aunque se mantuviera en la pugna de dos bloques, la derecha y la izquierda. El poder, en los gobiernos centrales, autonómicos y locales se repartió durante mucho tiempo, hasta la aparición de grupos diversos que, además de los procedentes de las regiones independentistas, incidieron con fuerza en la política española. En los últimos tiempos, Ciudadanos y Podemos -al que se uniría Vox- se convirtieron en árbitros que suplían el bipartidismo, aparte de las exigencias nacionalistas. La derecha se ha ido refundando con diferentes matices -Fraga, Aznar, Rajoy, Casado, ahora con Feijóo- y el PSOE ha ido sorteando diversas etapas, desde el triunfo de Felipe González, la altura de miras de Rubalcaba, hasta el declive iniciado en la etapa de Rodríguez Zapatero y el actual de Pedro Sánchez, que tras ser defenestrado por su propio partido, consiguió auparse en el mismo y llegar al Gobierno, bajo la idea de mantenerse en el poder, al precio que fuera. Las concesiones hechas a sus coaligados, desde que se abrazó a Iglesias, con quién sí pudo dormir, aunque hubiese dicho lo contrario -y que tanto daño le han hecho desde el interior- y a sus socios independentistas, incluyendo a los herederos de ETA han influido en un acelerado desprestigio, pese a que haya conseguido algunos avances sociales -salario mínimo, Ertes, etc.-, detenidos, hoy, por una inflación galopante y el creciente empobrecimiento de gran parte de la sociedad.

Los últimos descalabros electorales sufridos por su partido -al que ha impuesto un personalismo denunciado por muchos dirigentes del mismo- ha evidenciado la influencia negativa del 'efecto Sánchez'. Sus apariciones en las campañas electorales de Madrid y Andalucía han sido definitivas para hundir al PSOE hasta límites históricos. En Andalucía la caída ha sido más grave, perdiendo en todas las capitales de provincia y consiguiendo que el candidato del PP, Juanma Moreno, alcanzara la mayoría absoluta, sin tener que depender de Vox. Ha sido un golpe mortal, porque a Sánchez sólo le quedaba la esperanza de poder descalificar un posible Gobierno del PP si estaba aliado a la extrema derecha que, por cierto, no ha podido estar más desafortunada con la señora Olona y sus patéticas proclamas del precio que tendría que pagar el señor Moreno por un único voto o la simple abstención. Todo lo demás -hundimiento de una izquierda dividida, desaparición de Ciudadanos- estaba cantado. La cara descompuesta de Sánchez al día siguiente reflejaba hasta dónde está llevando al histórico partido que fundó Pablo Iglesias.

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