EL ZOCO

Juan López Cohard / Jlcohard@malagahoy.es

El error de Malthus

NUESTRO planeta está enfermo y se agrava por momentos. El mandato divino de "creced y multiplicaos" nos lo tomamos tan en serio que el planeta ha terminado empachado y con fiebre. Cada uno aportamos una parte alícuota de ceodos a la atmósfera, unos más que otros, pero ninguno estamos dispuesto a dejar de hacerlo, sobre todo si para ello tenemos que dejar de respirar. Pero el tema es muy serio y tenemos la responsabilidad de tomárnoslo más en serio todavía. Según un estudio reciente, si todos los países subdesarrollados emitiesen la misma cantidad de anhídrido carbónico que EEUU harían falta nueve planetas para aguantarlo, estudio que no se sabe muy bien contra quién apunta, si a que los países desarrollados contaminen menos o a que los países pobres no se desarrollen para que los ricos puedan seguir jodiendo el planeta.

Son muchas las actividades humanas que contribuyen al recalentamiento del planeta que, con aquello de la globalización, es un recalentamiento global y conduce al pernicioso cambio climático que padecemos. La combustión de carburantes para el transporte y la producción de energía, además de la agricultura, son partes fundamentales del problema y nadie está dispuesto a renunciar al bienestar que de ellas se derivan, claro que si renunciamos a la agricultura el problema quedaría resuelto ya que un ayuno contumaz acabaría con la contaminación. Lo que no deja de ser curioso es que las vacas sean unas de las mayores causantes de la emisión de ceodos a la atmósfera por rumiar mientras comen, lo que las convierte en indeseables por contaminar con mala educación.

Para el filósofo griego Empédocles el mundo está constituido por cuatro elementos fundamentales: el fuego, el agua, el aire y la tierra. Desgraciadamente la humanidad, para su mayor comodidad, ha puesto tanto empeño en atizar el fuego que nos estamos quedando sin aire, a consecuencia de ello aparece el recalentamiento global y nos quedamos sin agua para terminar con una tierra donde no existirá ningún otro filósofo que se pueda preocupar por saber cuáles son elementos fundamentales que dan origen a nuestro planeta.

El lúgubre y cenizo economista Thomas Robert Malthus, en su obra Ensayo sobre el principio de la población, excelente para promocionar la producción y venta de preservativos, expone la teoría de que mientras la población crece en progresión geométrica, los medios de subsistencia lo hacen en progresión aritmética, por lo que la humanidad está condenada a la extinción. El error de Malthus fue considerar que los recursos para la subsistencia eran tan sólo los básicos para la alimentación. Jamás sospechó que su teoría pudiese ser cierta, no por quedarnos sin comer, sino por quedarnos sin aire que respirar y sin agua para beber.

Lo innegable es que estamos inmersos en un alarmante cambio climático, aunque no es menos cierto que también estamos ante un preocupante clima de cambios, pero de ello no dijo nada Malthus.

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