Cuarto de Muestras

Nos falta

Para comprender la monarquía nos hace falta ser inleses. O nos sobra ser españoles

Viendo a la reina de Inglaterra con sus muchos años en las celebraciones que le han organizado sin complejos ni presupuesto limitado, pienso que para entender lo de la monarquía nos falta ser ingleses. Sí, para entender cómo funciona ese anacronismo, tan vistoso y que tantas pasiones despierta en quien lo conoce en profundidad, nos falta mucho.

Nos falta Shakespeare y su Hamlet que nos muestre lo conflictivo y dramático que es siempre pertenecer a la familia real, nos falta un Enrique VIII en nuestro pasado con sus seis esposas para tener normalizado lo de la necesidad de desfogar por ese lado de la vida, nos falta entender el cuento del rey Midas capaz de conservar su patrimonio sin donar sus reales sitios y volviendo oro y prosperidad todo lo que toca, por faltar, nos faltan unas satánicas majestades que se envuelvan en su bandera y le canten a su reina tan feliz y envejecida como ellos mismos. Nos falta rock del bueno y teatro del grande. Sobre todo, nos falta ser un pueblo que hace suya a la familia real; que colecciona dedales y demás porcelanas para el tiro al plato consciente de la parte kitsch que tiene toda solemnidad en estos tiempos tan poco solemnes. Nos falta saber que la ejemplaridad es una quimera. Nos falta mucho o, mejor, nos sobra ser españoles.

Los españoles sólo sabemos autodestruirnos. No nos gusta prosperar, por eso envidiamos tanto. No sé cómo hemos tenido tantos reyes y por qué han salido tan mal las repúblicas. En España, haya una cosa u otra, casi siempre se acaba por decir aquello de Ortega: "No es esto, no es esto".

Tenemos un rey admirable que no lee a Shakespeare sino a Cervantes. Un rey quijotesco, queriendo ser transparente, dejándose llevar por quienes le quieren destruir, disfrazando a la reina con un trajecito de Zara para que parezca que no lo es, pidiendo permiso y dando explicaciones que es lo contrario a reinar, borrando el pasado que le justifica, limitándose a posar para quienes quieren que desaparezca. Mirándonos a todos con cara de circunstancia. Por más que se le diga que aquellos son molinos republicanos, él sólo ve enemigos en los monárquicos y en el rey, su padre, que espera volver un día del exilio. Falta un Sancho que con llaneza le abra los ojos, le advierta de la realidad más evidente. A muchos ni les sobra su padre, ni les sobra él, les sobra la monarquía.

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