Ya falta menos

A pocos parece preocuparles que en esta película los malos vayan ganando

El tiempo no pasa siempre a la misma velocidad. Actualmente todo va más de prisa. El caso es que cambios que llevaban siglos se están produciendo en pocos años. El eje sobre el que gira el mundo se ha trasladado de situarse entre las dos orillas del Atlántico, a hacerlo entre las del Pacífico. En un lado China aupada por la enorme fuerza que supone su población, California con sus multinacionales tecnológicas por el otro. El país que está llamado a ser la primera potencia del planeta es una dictadura y no parece que vaya a dejar de serlo. San Francisco, la ciudad que llenó de colores al mundo, y luego de iPhone, aplicaciones; y por la que pasan todas nuestras conexiones, se está vaciando y el centro de la antaño maravillosa ciudad está ahora tomada por vagabundos muestra del fracaso del sueño americano. En la envejecida Europa convertida en un parque temático, con sus habitantes rebosantes de orgullo, sintiéndose propietarios de un exclusivo barrio de lujo, preocupados solo en mantener sus privilegios; crecen los movimientos reaccionarios, los nacionalismos y se diluyen los elementos comunes y progresistas. La democracia estadounidense está en manos de las noticias falsas; de grupos ultra religiosos; cada vez más dividida, violenta y alejada del espíritu pionero que la fundó. Putin actuando en nombre de Dostoievski y Tolstoi se comporta como los villanos en las películas de James Bond. El mundo árabe empeñado en construir edificios cada vez más altos, entierra bajo las arenas de sus desiertos la democracia y los derechos humanos. Latinoamérica transformada en tierra de demagogos de todo tipo, narcotraficantes violentos y dictadores vestidos de mesías, contempla como sus ciudadanos huyen con urgencia a otros parajes porque allí no esperan que el futuro les traiga nada bueno. África ha pasado del colonialismo a ser un territorio en venta. El sudeste asiático está en manos de un pequeño número de grandes empresas y ha hecho del culto a la productividad su marca , aun a costa de explotar a sus ciudadanos.

No abundan los datos esperanzadores. Las voces que se alzan esconden ideas reaccionarias más en consonancia con la añoranza del pasado, que con una visión ilusionante del futuro. La sociedad trasmite cansancio, egoísmo bajo el mantra del “sálvese quien pueda” disfrazado de falso liberalismo. El agua escasea, las piscinas aumentan. A pocos parece preocuparles que en esta película los malos vayan ganando, mientras que sea divertida y tengamos para palomitas y refrescos azucarados. Pero no todo es desalentador, ya falta menos para las vacaciones.

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