Vía Augusta
Alberto Grimaldi
La conversión de Pedro
El gilismo fue una etapa controvertida por decisiones polémicas y escándalos de trena. Tropelías arquitectónicas y urbanismo de pelotazo. En Marbella, ahora, le quieren meter la piqueta a la Ciudad Residencial Tiempo Libre, un equipamiento público que, junto al de Perlora, en el concejo asturiano de Carreño, simboliza una excelente arquitectura contemporánea. Allá por los sesenta, ambas “ciudades” fueron un logro sindical, días de jajaja para el descanso entendido como servicio público. En la costa cantábrica se vandalizan los bungalows en un limbo legal. En Marbella se ha optado por la adictiva obsesión de derribo a billete. Se cesa la actividad por un convenio birlibirloque entre el Ayuntamiento y la Junta de Andalucía. Una recalificación que recuerda ciertos desmanes y tal, tal. Se pasa a uso hotelero y la parcela crece exponencialmente en su edificabilidad. Lo del legado cultural no importa: imperioso enladrillamiento, digo.
Con el comodín de la memoria histórica, parece que se quiere borrar hasta la arquitectura del Instituto Nacional de Colonización (INC), la de los más de 300 pueblos que se levantaron tras la guerra civil en una España devastada. Ingenio de los años 40 a los 60, con obras de arquitectos renombrados como Alejandro de la Sota, José Luis Fernández del Amo o José Antonio Corrales. Jóvenes proyectistas que diseñaron poblados con casas contemporáneas inspiradas en la arquitectura autóctona y, cómo no, campanarios e iglesias ornamentados con el arte del Grupo El Paso. Sintetizo: soluciones prácticas, creativas y experimentales. A estos referentes se les daba bien hacer de la necesidad virtud; son paradigma de excelencia por cuatro duros. En aquellas Marina d’Or sesenteras como Perlora, los chalecitos no tenían cocina: los veraneantes disponían de servicio de comedor y salones de actos, porque se entendía que las vacaciones eran para toda la familia y no era plan de poner a las madres a sudar en los fogones.
De malos humos también vamos bien servidos. En Cenacheriland, el Ayuntamiento de Málaga ha precintado las cocinas del Centro de Internamiento de Menores Infractores de Churriana por incumplir la normativa. Los vecinos insisten en que la edificación carece de condiciones mínimas de seguridad y legalidad, además de cierto aroma a intereses creados. Ni caso. Muy ocurrente eso de transformar “las celdas” de un convento de monjas en dependencias para chaveas conflictivos. Puede que la impregnación mística de esas reverendas paredes obren el milagro del arrepentimiento y la reinserción social ;-)
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