El grupo

08 de agosto 2025 - 03:08

Primero fue un acto reflejo, casi involuntario: deseé crear un grupo de amigos o gente cuyo denominador común fuese el pensamiento crítico y la autocrítica. Saber escuchar y dialogar con respeto debería ser la base de un debate o tertulia. Terminar discutiendo y gritar para llevar la razón, como si ese fuese el único objetivo de nuestras interacciones sociales, es algo absolutamente incivilizado. Así pues, borré la propuesta por quimérica; sin embargo, he visto que fue creada como por arte de magia, como si el destino hubiera decidido ajeno al libre albedrío. Lo último que desearía es que nos enzarzáramos en interminables debates políticos. Ya he padecido el distanciamiento de amigos excepcionales, igual no lo eran tanto. Me encantaría que contempláramos la posibilidad de que podamos estar equivocados y que dejemos a un lado nuestra ideología si lo que deseamos es conocer la verdad; aunque en muchos casos sea relativa, pero al menos una aproximación a la verdad misma o si acaso a su tenue reflejo en las aguas claras de las fuentes de Castalia.

Matizar no significa cambiar de opinión, con toda la carga peyorativa que ello conlleva: algo así como cambiar de chaqueta; pero, si ello sucediere, que no sea por interés o egoísmo personal, sino por convicción. La pléyade de pensadores que considera que el principio de la filosofía y del pensamiento crítico es la duda resulta abismal: Sócrates y Descartes podrían ser los abanderados. La única certeza de la que partimos es que podemos dudar de todo menos de lo indudable. Todos podemos –incluso debería ser obligatorio- pasar por diferentes fases reflexivas. Recuerdo cuando los empiristas me subyugaron y me sumergí en el más hierático agnosticismo. Santo Tomás necesitaba palpar. Muy tarde comprendí que nuestros cinco sentidos son siempre limitados. Los perros están a años luz de nuestra vista, olfato u oído. Es por lo que la duda debería ser el principio básico de nuestra argumentación o razonamiento. Cuando dialogamos para aprender nos encontramos en un nivel superior, pero si lo hacemos para desaprender, nuestro nivel puede resultar estratosférico. En la mochila llevamos cargados un conglomerado de prejuicios que nos impide ver el bosque. La evolución de los tiempos nos empuja a desaprender para volver a aprender, de lo contrario no hubiéramos pasado de la rueda o el fuego. Aferrarnos a conceptos, ideas o leyes del pasado nos impele a que sigamos consumiendo productos caducados.

stats