El presidente Moreno formará un gobierno monocolor apoyado en una mayoría absoluta parlamentaria. Se podría decir que el resultado de las elecciones andaluzas ha sido contracíclico: un cisne negro entre tanta fragmentación y bloqueo institucional. Una explicación podría ser que, mientras el gobierno de la nación tenía que hacer frente a la legislatura más ardua del periodo democrático, algunos gobiernos autonómicos como el andaluz se limitaron a verlas venir sin el menor desgaste. Aunque algo menos que en Andalucía, los madrileños también dieron un amplísimo respaldo al PP. Con la paradoja de que Díaz Ayuso basó su éxito en una estrategia electoral antagónica a la de Moreno Bonilla. La candidata madrileña se metabolizó con Vox para, insultando a Pedro Sánchez, ofrecerse como la mejor extrema derecha posible. Frente al bizarro PP de Ayuso, supongo que los populares andaluces serán catalogados por sus colegas madrileños como derechita cobarde. ¿Cómo explicar que tengan paladares políticos tan distintos los electores de un mismo partido en Madrid y en Andalucía?

Ante estrategias tan opuestas como exitosas ¿qué hará Núñez Feijóo? ¿será más Ayuso que Moreno o más Moreno que Ayuso? En el reciente debate del estado de la Nación, probablemente para evitar que la ausente presencia de Feijóo facilitase al portavoz de Vox asumir el liderazgo de la oposición, la portavoz del PP se esforzó, con bastante éxito, en ser más Abascal que Abascal. Temo que el nuevo líder popular padezca la misma patología estratégica que su antecesor, la del asno en la crítica escolástica al libre albedrio. Aquél que murió de inanición sin acabar de decidirse entre beber del cubo que tenía a un lado o comer del motón de avena del otro. O lo que es lo mismo: entre el populismo altisonante para conquistar el territorio de Vox o la moderación para ganar el centro. Andalucía y Madrid sólo son parte del todo y las elecciones generales no suelen reproducir los resultados de las autonómicas. Los populares, con las encuestas a favor, parecen convencidos de que hagan lo que hagan, ganarán. Por su parte, Pedro Sánchez no desfallece y se ha levantado de la lona, una vez más: ha dado una imagen centrada de líder internacional en la cumbre de la OTAN; ha salido reforzado del debate; y, convencido de que hay partido, está moviendo el banquillo para dar más consistencia a su equipo. Veremos.

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