RESULTA difícil hilar palabras que tejan la figura de Pedro Aparicio a pocas horas de su pérdida. Pedro nos ha dejado pero su legado permanecerá imborrable en el recuerdo colectivo de los malagueños y en el paisaje de la ciudad de Málaga, capital del sur de Europa tal y como la definió de forma brillante. Poder disfrutar como amigo a una persona a la que se admira es un privilegio que raramente sucede en la vida; ese honor lo he disfrutado con Pedro Aparicio desde que nos conocimos allá por el año 1976, recién llegado Pedro a Málaga, cuando iniciamos una amistad y que nos ha acompañado siempre.

Tuve además la fortuna de compartir su gobierno durante la última legislatura entre los años 1991 y 1995, la que se dice que le sobró, pero en la que conseguimos sanear las cuentas -diga lo que diga la leyenda-, proyectar el urbanismo del siglo XXI hacia la zona oeste de la ciudad, el primer plan estratégico de Málaga o darle el último empujón al Parque Tecnológico, entre otras actuaciones. No fueron años fáciles pero visto hoy el resultado, mereció la pena.

Ya no podré disfrutar de la Orquesta Filarmónica de Málaga en el Teatro Cervantes sin recordar su empeño en dotar a Málaga de cultura y conocimiento.

Ni pasear por el Jardín Botánico sin que en su silencio retumbe su voz grave y elegante. Ya no será lo mismo pasear por las calles de una Málaga que cuando se inició su alcaldía carecía de las redes más básicas en sus barrios como luz, alcantarillado o acerado. Ya no será igual. En este tiempo en el que se critica tanto a los políticos, quiero reconocer en Pedro las cualidades del ejercicio de esta noble actividad y que él, como político socialista, practicó durante toda su vida pública: honestidad, compromiso y convicciones profundas, vocación de servicio, tolerancia... Nunca tuvo una mala palabra ni un mal gesto para nadie; su educación y respeto a los demás se lo impedía.

Málaga ha perdido al que fuera su alcalde durante 16 años, seguramente el mejor de su historia, pero yo además he perdido a un amigo. Descansa en paz, Pedro.

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