Las incómodas respuestas

En todo este maremágnum de ataques a los periodistas surge, casualmente, un dedo señalador

En estos días se conmemoran los 50 años del inicio de la conspiración Watergate. En ella, el gobierno norteamerticano, presidido por el republicano Richard Nixon, trató por todos los medios policiales, financieros, fiscales y políticos de acogotar al partido demócrata. Pero las investigaciones de los periodistas Woodward y Bernstein, con la ayuda de una garganta profunda del FBI, y la repercusión de éstas en el Washington Post y en el New York Times, fueron claves para la caída del presidente estadounidense. Desde entonces se considera que la labor de la prensa es fundamental como contrapoder a cualquier maniobra torticera de los gobiernos. Por ello sorprende que la celebración del medio siglo de este símbolo de libertad se haga en España con la firma de una carta, por parte de la coalición de partidos que conforman su actual gobierno, en contra de las preguntas incómodas que les puedan hacer algunos medios en las ruedas de prensa.

Parece mentira que siga habiendo partidos en nuestra democracia que todavía posean estos sesgos totalitarios. Aún no se percataron que las preguntas no son incómodas, lo son las respuestas. Es evidente que ante una locura presupuestaria como la que actualmente está viviendo nuestro país, dónde cada partido que se ve imprescindible en las votaciones se dedica a subir su caché una y otra vez, a cambio del empobrecimiento permanente de otras regiones españolas, la prensa deba decir algo. Y lo peor es que esto se hace sin escrúpulos y bajo la complacencia u obediencia del partido gobernante. Por eso, cuando la respuesta sobre la culpabilidad de lo que está ocurriendo se le achaca al partido de la oposición, los reporteros tienen que aguantar la risa en las ruedas de prensa o sentirse molestos porque los tomen por tontos.

En todo este maremágnum de ataques a los periodistas y de políticos negándose a contestar a sus preguntas surge, casualmente, un dedo señalador. La embajada China en España ha criticado al corresponsal de ABC en ese país, dando su nombre y apellidos, por sus opiniones sobre el trato a los ciudadanos de tan democrático estado. El periódico ha sido censurado y el periodista inmediatamente amenazado. Por ello, los mismos que critican la rápida Transición española, callan ante la lenta y escasa democratización de otras dictaduras proletarias o religiosas, y en ese silencio la prensa y la libertad siempre salen perdiendo.

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