Cambio de sentido
Carmen Camacho
Zona de alcanfort
Se ha constituido el Parlamento y el Rey iniciará el lunes la ronda de consultas para la investidura. En las que, como de costumbre, no estarán todos los que son. A la mayoría de la anterior legislatura ha habido que sumar a Junts, tras una negociación que no se cerró hasta horas antes del pleno. Los acuerdos alcanzados serán tan polémicos como lo son todos los firmados con el independentismo: son inevitablemente controvertidos los pactos con fuerzas políticas cuya naturaleza es situarse al filo de lo imposible. El acuerdo que se podrá aplicar de inmediato es el del uso de las lenguas cooficiales en el parlamento: al margen de los aspectos legales, o las complejidades logísticas necesarias para hacerlo realidad, no me parece un avance. Creo que las lenguas autóctonas son un valiosísimo patrimonio cultural que proteger. Y es comprensible la aspiración nacionalista a poder utilizar su lengua propia en todos los ámbitos. Pero, por otra parte, la gran riqueza de esas comunidades no es tanto poseer una lengua propia como la de ser bilingües. Si el Parlamento es el centro de la política y ésta consiste básicamente en comunicarse mediante el debate y el diálogo, lo lógico es que los parlamentarios de las comunidades que se expresan igualmente en dos lenguas utilicen la que comparten con el resto de la cámara. Comunicarse a través de traductores no facilitará las cosas. Uno de los hándicaps de la UE es precisamente la dificultad que supone carecer de una lengua común. Se puede recurrir al inglés, pero no sólo no es una lengua propia, sino que el Reino Unido ya ni siquiera forma parte de la Unión. Pero bienvenido sea el acuerdo si contribuye a evitar el riesgo de parálisis. Los otros puntos son bastante más complicados y preocupantes, teniendo en cuenta que este primer paso sólo ha sido el aperitivo del menú principal, que es la investidura. Un aperitivo que, con las comisiones de investigación sobre Pegasus o sobre los atentados de Barcelona y Cambrills, puede resultar indigesto: el nacionalismo catalán maneja sobre estos atentados una teoría conspirativa similar a la que la derecha político-mediática enarboló contra el gobierno de Zapatero tras el 11M de 2004.
Pero no menos importante fue lo que ocurrió al otro lado del hemiciclo. Frente a los 178 votos cosechado por Armengol, la candidata popular se quedó con lo puesto, 139. Una imagen de soledad que viene a confirmar la improbabilidad de la investidura de Feijóo.
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