Crónicas levantiscas
Juan M. Marqués Perales
Qué bostezo
En realidad, si se mira con atención nadie entiende bien por qué Carlos Mazón sigue de presidente de la Generalitat valenciana un año después de la dana que costó la vida a 229 personas en Valencia. Durante todo este tiempo, ha habido varias manifestaciones de los valencianos que han expresado su repulsa a que siga en el cargo después de la tragedia y que han pedido su dimisión y la convocatoria de elecciones y nadie cree su supuesto papel de líder de la reconstrucción para justificar su continuidad.
Sin embargo, el funeral de Estado celebrado el pasado día 29 de octubre, un año después de la tragedia, se manifestó, la repulsa de la ciudadanía ante un político indigno que no ha sabido asumir su responsabilidad política a tiempo e irse cuando debía. En el tema de la dana hay una serie de cuestiones estructurales que dependen del cambio climático y la construcción de vivienda en zonas inundables que exigen soluciones políticas a medio y largo plazo. Sin embargo, lo que se sabía por la AEMET era la previsión del tiempo y, por tanto, lo que falló fue, sobre todo la gestión incompetente y falta de coordinación de las urgencias y de las alertas de Generalitat y lo peor: un Presidente ausente durante horas, que llegó tarde cuando ya se había manifestado lo peor del drama humano de la catástrofe.
La razón de la ausencia de Carlos Mazón era que estaba comiendo tranquilamente con la periodista Maribel Villaplana durante varias horas y luego la acompaño caballerosamente al parking. Luego perdió otra hora más para cambiarse de ropa. En todo este tiempo, su gobierno estaba en manos de Salomé Pradas y no había enviado un mensaje de alerta a la población. En una palabra, la mayoría de las víctimas mortales ocurrieron mientras el señor Mazón tenía una larga comida de trabajo en el restaurante ‘El Ventorro’ con esta conocida periodista. Cuando ese almuerzo termina y Mazón empieza a abordar la crisis ya había imágenes de aguas torrenciales por las calles. Luego llegaron las víctimas y los daños. Después, el dolor y el camino de la reconstrucción.
En todo este tiempo, hemos conocido un político que ha intentado justificar lo injustificable: su ausencia en una crisis como esa. Para ello, ha dado diez versiones distintas de esas horas. Ha cambiado tanto de versión que ya nadie le cree. Como afirmó Abraham Lincoln, “Puedes engañar a todo el mundo algún tiempo. Puedes engañar a algunos todo el tiempo. Pero no puedes engañar a todo el mundo todo el tiempo.” El tiempo político de Mazón se ha acabado hace tiempo. Sólo el cálculo y la estrategia política lo sostienen, además de su propio afán de conservar el poder.
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