ES muy español eso de darle caña a los políticos por una causa y por la contraria. Si son atrevidos, porque son atrevidos, y si son pusilánimes, porque son pusilánimes. Si evolucionan, porque no tienen criterio, y si se mantienen firmes, porque son dogmáticos. Los vapuleamos por hacer algo, y también por hacer lo opuesto. El caso es criticar.

Fíjense en lo que ocurre últimamente con Griñán. Parece que no da una a derechas (o a izquierdas, según se mire). La impresión es que lo que queremos es que le coma el tigre, que le coma el tigre sus carnes morenas, y enjutas. Merece que se le echen en cara diversas actitudes, palabras y posicionamientos, pero no todas. Algo habrá que le salve de la denuncia universal, digo yo.

Ha chocado en varias ocasiones con el Gobierno de la nación. Una, por ejemplo, a cuenta de la decisión del Ministerio de la Vivienda -ya es una guasa que esto vaya a ser lo único relevante que va a quedar del paso de Beatriz Corredor por el departamento- de suprimir las ayudas a promotores y usuarios de viviendas de protección oficial. Griñán se ha opuesto y su consejera del ramo, Rosa Aguilar, ha articulado un frente de Administración autonómica, empresarios y sindicatos para rechazar esta política, que tanto va a perjudicar al depauperado sector de la construcción andaluz. Pide, la Junta, que al menos la supresión de las ayudas sea progresiva y no abrupta. Qué menos, ¿no? Bueno, pues ya ha sido criticada porque el Gobierno no le hace caso.

Pero es que si hubiera aceptado el dictado restrictivo de Vivienda se le habría criticado por servil, entreguista, falta de autonomía y sucursalista. Lo mismo que pasa ahora con el endeudamiento de las comunidades autónomas. Griñán, con buen criterio, ha pensado que si el Gobierno autoriza a los ayuntamientos con menos deudas a solicitar créditos, suavizando el decreto de mayo, también debería graduar la prohibición de endeudarse a las autonomías en función de las deudas reales de cada cual, que sirven para medir la responsabilidad o irresponsabilidad con la que han invertido y gastado. En cuanto la vicepresidenta Fernández de la Vega ha contestado que no, han surgido voces, en Andalucía, censurando que Griñán no pinta nada.

Aún están frescas las críticas al presidente de la Junta por haber aceptado que el pago de la deuda histórica se hiciera en solares y no en dinero. Entonces era un traidor a Andalucía por someterse a los dictados del Gobierno de la nación. Ahora, con las VPO y la deuda de la Junta, es un donnadie que ni pincha ni corta. ¿En qué quedamos? Yo lo tengo claro: cuando crea que defiende los intereses de Andalucía, con o sin éxito, le aplaudiré.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios