Todo es relativo

Ángel Recio

Un 'lexatin'

20 de junio 2013 - 01:00

LOS fabricantes de tranquilizantes deben estar frotándose las manos y los dueños de las farmacias, si algún día cobran las recetas en tiempo y forma, también. El Fondo Monetario Internacional (FMI), el mismo que reconoció no haber dado ni una en sus recomendaciones a Grecia, volvió a pedir ayer a España que baje los salarios y que abarate el despido. Seguro que habrán hecho miles de cuentas y estadísticas, habrán leído todo tipo de teorías económicas y elaborado gráficos de cómo será el PIB español en los próximos 30 años para justificar esa medida. Si aciertan se dirá que eran unos genios. Si fallan, como empieza a ser costumbre, habrá que echarle la culpa a las nuevas circunstancias, a la tensión de los mercados o a la desaparición de las abejas.

En cualquier caso, el mal rato ya lo han dado, con su oportuna repercusión en todos los medios de comunicación. El sentido común está desprestigiado. ¿Quién puede pensar, sin necesidad de ser el nuevo Keynes, que la economía se va a reactivar a base de empobrecer aún más a los ciudadanos? El sentido común dice que si aumenta el consumo, las empresas facturan más, crean más empleo y esos trabajadores, con más euros en el bolsillo, se animan a comprar, cerrando un círculo perfecto.

Debo confesarles que el debate sobre el abaratamiento del despido me aburre. Y no por falta de interés sino por la tardanza a la hora de llegar a un resultado final. Ya pasó con el IPC. Todas las pugnas entre trabajadores y empresas se circunscribían hace apenas un año a si los salarios subían IPC más uno, más dos, etcétera. Ahora eso ha quedado en el olvido pues, con la reforma laboral, los pocos que aún tienen un puesto de trabajo rezan cada día a todos los santos simplemente para que les mantengan el IPC y no le rebajen el sueldo un 10, 15 ó 20 por ciento, cargándose de golpe lo conseguido durante años de reuniones a cara de perro. Con el abaratamiento pasará igual. A más de uno le puede sonar mal e incluso antisocial, pero ¿por qué no proponer directamente eliminar la indemnización por despido? Igual que un trabajador no pagó a su empresa cuando le contrataron, la compañía debería tener libertad para hacer lo mismo si cesa al empleado. Eso sí, que se imponga por ley un salario mínimo no inferior a 1.000 euros que crezca en función de la titulación del trabajador y su responsabilidad.

Opciones hay muchas y hace falta, ya, un acuerdo entre todas las partes implicadas para sacar al país del atolladero. Mientras tanto, voy a tomarme un lexatin.

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