Joaquín A. Abras Santiago

Libros e imprentas de Granada

El duende del Realejo

14 de mayo 2025 - 03:07

Desde la alta Edad Media, hasta nuestros días, es decir, en el tiempo en que han transcurrido nada menos que dos mil años y aún algo más; evocando los cartuchos pictográficos egipcios y hasta las tablillas de escritura cuneiforme; hasta llegar a los días en que hoy transcurren nuestras vidas, el libro ha sido –y aún lo es– el objeto que difunde de la mejor y más apreciada manera el conocimiento, el saber, la cultura, en suma. Esta evocación del tiempo bibliográfico viene al caso al estar celebrándose en nuestra Granada la 43ª Feria del Libro que, si bien no viene a coincidir con los días conmemorativos del fallecimiento de Miguel de Cervantes o de William Shakespeare, como sucede esta celebración en otros lugares, sí viene celebrándose en los días centrales de la primavera, tiempo en que se levantan las casetas o barracas con los mostradores completamente abarrotados de libros, especialmente las ediciones que se han producido en los más recientes años hasta estas mismas fechas, en las que los numerosos autores del antiguo reino Nazarí presentan sus producciones.

Sería imposible pretensión relatar, en estas pocas líneas, una historia del libro, pero sí me voy a sustraer a hacer alguna cita respecto de los comienzos de la bibliografía, a modo de necesario recuerdo y homenaje. Por eso es obligado evocar, desde luego, el apellido Nebrija, referido a los hijos del primer publicista gramático y humanista sevillano, Elio Antonio, pues fueron ellos, Sebastián y Sancho, los que instalan en Granada, en un solar muy cercano a la antigua ermita del Cristo de la Yedra, en la actual carretera hacia El Fargue, una de las más antiguas y prolíficas imprentas de la ciudad, que trabaja entre los años 1533 y 1563, sin embargo no fue ésta la más antigua, pues el primer libro impreso en esta tierra fue el volumen primero de la Vita Cristi, impreso en 1496, incunable realizado por el teólogo franciscano aragonés, del siglo XIV, Francesc Eiximenis, en el taller de Meinardo Ungunt y Juan Pegnitzer, que vinieron de Sevilla, a requerimiento del arzobispo Fray Hernando de Talavera, deseoso de usar la imprenta para facilitar la conversión de los musulmanes que habitaban este reino.

Desde aquellos lejanos años hasta nuestro tiempo, han sido muchísimas las imprentas que han editado libros en Granada. Tantas y tantos que ha sido motivo para abordar algunas tesis doctorales y una tan espléndida como impresionante exposición que, en 1996, organizó la Biblioteca Universitaria de Granada en torno a medio milenio de bibliografía impresa granadina.

Hoy, en el comienzo aún, del siglo XXI, nos produce gran pesar la desaparición de muchísimas imprentas y de empresas editoras de feliz memoria, como fueron Anel o Urania, entre otras. ¿O no?

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