Ramón Triviño / Almargen@Malagahoy.es

De localismos

Al margen

01 de diciembre 2008 - 01:00

EL congreso de los populares malagueños se desarrolló según el guión escrito. Elías Bendodo entronizado, Joaquín Ramírez a los altares y casi todas las familias, a pesar de alguna mala cara, con alguno de sus integrantes colocado con mando en plaza para que todos estén entretenidos y no se pierda el tiempo en odiosas conspiraciones de salón. El problema del PP es que de su cónclave no han sabido extraer ninguna idea vendible de cara a la opinión pública. Lo del superpuente sobre la bahía es uno de esos proyectos que levantan polémica, que distraen la atención, pero como lo del embovedado del Guadalmedina, sólo termina sirviendo para hacer ruido de vez en cuando. Luego está lo de esa vieja bandera, que la derecha desempolva cíclicamente, que es la del localismo/nacionalismo malagueño, que tiene su público, pero lo único que termina es haciendo daño a la vertebración de la comunidad autónoma, aunque sea verdad que el centralismo sevillano ya agobie más que la antigua dependencia de la capital del Estado. Pero hasta en esto tienen suerte los jóvenes tiburones del PP. Con la polémica de las sedes de la Cuenca Mediterránea Andaluza, el PSOE se lo ha puesto a huevo a los populares. Tan es así que el propio presidente Manuel Chaves se ha visto en la necesidad de recular y desautorizar a su gente.

Dejando de lado los malabares de la política, lo cierto es que a los ejecutivos del PP se les nota faltos de fuelle. Por ejemplo, el caso del Ayuntamiento de Málaga. Si no fuera porque la oposición socialista no termina de cuajar, y a pesar del admirable y pertinaz trabajo de Pedro Moreno Brenes desde IU, el equipo de gobierno no se iría de rositas. Siguen dedicados a la gestión de lo ordinario, ahora con el condicionante de la mala situación económica, pero sin saber cuál es la chispa de la vida. Y eso se nota en la mayoría de las áreas, lo que pone nerviosos a sus responsables, porque saben que lo del cerebro plano termina pasando factura.

Mientras en el PSOE tampoco consiguen transmitir a la opinión pública su proyecto de alternativa, en el caso de la capital y, en general, no venden bien lo bueno que hacen sus ejecutivos. La imagen que proyectan es la de que todavía siguen enredados en asentar sus reales después del último congreso provincial. Ahora ha sido la salida de Francisco López, un gestor que ha trabajado en silencio para poner los mimbres que precisa ese complicado mundillo, dejando hacer sin intervencionismos, y que ha demostrado que los políticos pueden ser personas normales y accesibles. Pero su relevo, aunque se quiera ver en el ámbito de la normalidad, se empaña porque los tambores no cesan de anunciar que vendrán más cambios, porque cada familia exige al "guía" lo suyo, criterios tan básicos como la eficacia, la inmediatez o incluso, la brillantez.

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