La ciudad y los días
Carlos Colón
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Postales desde el filo
Durante el recuento de la noche electoral del 28 A, los expertos y politólogos reunidos por los diferentes medios de comunicación sumaban los escaños de PSOE y Unidas Podemos, frente a los de las tres derechas: el triunfo de la izquierda fue claro. Gracias, sobre todo, al importante crecimiento del PSOE. Hoy vemos las cosas de forma distinta: los escaños son los que son, pero la suma no tanto. Algo que, por cierto, dado los antecedentes era bastante previsible. Como ocurrió en las elecciones de 2016, el problema es que, sumando lo que se puede sumar, en este parlamente no existe una mayoría estable de gobierno. La diferencia es que entonces Rajoy contó con la abstención del PSOE para su investidura y con el firme apoyo de los socialistas en la grave crisis desencadenada por el independentismo catalán. Lo primero es hoy impensable, en cuanto a lo segundo es difícil esperar de estas derechas un grado de responsabilidad similar a la que mostró entonces la oposición. Qué cabe esperar de este PP cuya portavoz ha relacionado a la presidenta socialista de Navarra con las masacres del 11M y los atentados de Las Ramblas y el Bataclán. La señora Álvarez de Toledo encaja perfectamente en algo que dice Jonathan Haidt en "La mente de los justo: por qué la política y la religión dividen a la gente sensata": "Si piensas en la política de forma maniquea, entonces el acuerdo es un pecado. Dios y el diablo no emiten muchas proclamaciones bipartidistas". El problema de sustituir los argumentos políticos por una narrativa moral es que entre el bien y el mal solo cabe el odio. Como dice el mencionado autor: la moralidad une y ciega, sobre todo si te aferras a un solo fundamento moral. Es lo que hacen los que tratan de partir el país entre los que quieren destruir España y, ellos, que la aman por encima de todas las cosas. Tanto la aman que se empeñan en dividirla para que de nuevo haya dos Españas -Como alguien dijo de Alemania- En este contexto se podría llegar a alcanzar, pese a todo, una mayoría para la investidura. Pero una mayoría para gobernar con estabilidad es imposible. De hecho la desconfianza de Sánchez, a un gobierno de coalición con UP, es el temor a que esa inestabilidad pueda empezar en el propio Consejo de Ministros. La situación parece no tener salida, mientras los problemas crecen dentro y fuera. Cada día es más imprescindible lo que parece imposible: un gobierno estable….¡de una puñetera vez!
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