La realidad virtual acabará con la palpable realidad. Eso es, por lo menos lo que se deduce de la virulencia con que están introduciéndose los universos 3D que andan por internet en línea persistente y que combinan múltiples espacios virtuales diferentes. Estos universos, llamados metaversos, están habitados por usuarios que adoptan una personalidad determinada, llamada avatar, que interaccionan y socializan entre sí, creando un mundo paralelo al real. Por lo menos así es como lo definen los entendidos en este tema, por otra parte casi ininteligible para la mayoría de los mortales. Sin embargo todos, a lo largo de nuestra vida, nos hemos creado y habitado numerosos metaversos con un único avatar. En mi infancia, mi metaverso fue el universo del Capitán Trueno. Era un metaverso que no necesitaba de hardware, ni de software alguno, ni gafas de realidad virtual, ni sensores especiales, tan solo mi imaginación y 1,50 pesetas que valía cada cómics.

Dicen que aún no se ha llegado a crear un auténtico metaverso. Lo más parecido son los videojuegos y algún que otro universo que está por la red como las criptomonedas. Pero ¿por qué crear metaversos, universos virtuales paralelos, y cambiar de personalidad en ellos? La respuesta la encontramos echando un vistazo al verso, al universo real, en el que nos movemos: Ucrania amenazada con ser invadida por Rusia. Guerra fría, puesta a calentar entre la OTAN y la añorada URSS de Putin. España de por medio sin norte conocido. Una pandemia china. 17 Comunidades en busca de una solución y con distintas medidas sanitarias anticovid prescritas por los políticos en lugar de por los médicos. Urdangarin metiendo su tumescencia peneal donde no le llaman (parece que cuando una Maritornes cae en una cama, como la que le cayó a Don Quijote en la venta, siempre es en la del casquilucio ex-duque). Garzón demonizando los chuletones y la UE condenando el vino y la cerveza. ¡Y eso si que no! Ante el verso de la realidad se entiende que, aprovechando las posibilidades que nos ofrecen las nuevas tecnologías, busquemos la evasión y nos fabriquemos un mundo virtual a nuestra medida en busca de una felicidad virtual. Esa felicidad que yo tenía cuando era niño con mi avatar de Capitán Trueno enamorando a Sigrid y peleando junto al fornido Goliath y mi escudero Crispín. La verdad es que cuando un escritor consigue que sus lectores vivan la realidad creada en sus novelas, ha compuesto un metaverso; cuando un pintor logra que, aquél que contempla su obra, no la vea como un decorativo cuadro, sino que se introduzca en ella gozándola como un avatar parte de ese universo artístico, ha compuesto un metaverso; cuando escuchando "Las cuatro estaciones" de Vivaldi, se escucha la lluvia, la fuerza del viento, el canto de los pájaros…, uno pasa a ser un avatar del metaverso compuesto por Vivaldi. Y a mí, ahora, ante el verso que me ofrece la realidad de este mundo, me introduzco en el metaverso que compuso J. A. Goytisolo y mi avatar es él soñando como él: "Erase una vez / un lobito bueno / al que maltrataban / todos los corderos / Y había también / un príncipe malo, / una bruja hermosa / y un pirata honrado. / Todas estas cosas / había una vez. / Cuando yo soñaba / un mundo al revés."

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