EL paro ha bajado en 5.247 personas en Málaga en mayo pero 2.000 niños reciben comida en sus colegios porque sus familias no los pueden mantener. Los parlamentarios andaluces no se subirán las dietas pero el Banco de España propone suprimir el salario mínimo. Las pensiones no se congelarán pero un hombre se quema a lo bonzo frente a la Delegación de Bienestar Social por la falta de ayudas a la dependencia. La realidad tiene dos caras pero, en estos tiempos, la moneda siempre acaba cayendo del lado de la cruz.
Tras un buen dato afloran enseguida los restos del naufragio del Estado del Bienestar. La situación, lejos de ser coyuntural, se antoja perpetua. Así lo sentía Leandro, que se quemó frustrado por no recibir la ayuda de ninguna institución. Aunque cometiera errores administrativos, no debe atenuarse la sensación de abandono y desesperanza que viven las familias con miembros dependientes y las cuidadoras. Este gobierno fijó sus prioridades al reducir las partidas presupuestarias, endurecer los requisitos y hacer que las propias trabajadoras pagaran, de sus exiguos sueldos, sus costes laborales.
Y en este adelgazamiento del Estado del Bienestar a un banquero se le ocurre que reducir el paupérrimo salario mínimo aumentará la contratación. A muchos políticos les gusta compararnos con Europa -o desdibujar las fronteras en aras de la eufemística movilidad exterior- para decir que, en España, hay demasiado IVA reducido o poca productividad para justificar los recortes pero en este caso, en que el salario mínimo patrio es prácticamente la mitad del francés, se olvidan de mirar al vecino. La filosofía liberal que subyace es que trabajar por 600 euros es mejor que no hacerlo, lo mismo por quinientos y así, de forma sucesiva, hasta llegar a la esclavitud.
Y con un sueldo lejos del mínimo, los parlamentarios andaluces que aprobaron el plan de garantía alimentaria para los menores desfavorecidos entendieron que también era el momento de extender sus propias dietas. Sólo el pudor del que ha sido pillado in fraganti les obligó a dar marcha atrás. Deberían sentir más vergüenza que los padres que encuentren, en la solidaridad alimenticia, el único sustento para sus familias, pero no será así.
Por este camino se están quedando atrás muchos ciudadanos y el país, que va perdiendo derechos sociales y laborales conseguidos con esfuerzo, está dejando muy lejos lo que quiso ser.
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