Neptuno en Málaga

18 de enero 2025 - 03:07

Leo estos días en este periódico que el rey de los mares será uno de los símbolos de Málaga, gracias a que el artista ceutí Ginés Serrán ha finalizado recientemente la escultura de bronce Neptuno, que próximamente formará parte del Puerto de Málaga. Se trata de una estatua de 8 metros de altura lleva en el brazo derecho una red de pesca, fundida en bronce y 24 quilates de oro. El dios de los mares forma conjunto escultórico, valorado en 3 millones de euros, incluye cuatro extraordinarias figuras monumentales: Neptuno, de 7.5 metros de altura, Venus y dos leones que custodian a las deidades mitológicas. Estas esculturas se instalarán sobre columnas en la entrada de la Autoridad Portuaria, en abril o mayo. Estas esculturas serán cedidas por la Fundación Ginés Serrán.

En principio, parece buena idea. Un artista de prestigio internacional dona una obra para un lugar acertado, el puerto, en la que se representa un símbolo universal, en una ciudad tan llena de mar como Málaga. Nos unimos así a Barcelona, Berlín, Bolonia, Florencia, Lisboa, Madrid, Nápoles, Roma, Versalles, Viena, Washington, por escoger algunas ciudades del mundo que tienen a tan señalada figura mitológica en sus calles y plazas.

El artista Ginés Serrán es un escultor con una mirada clásica sobre la escultura y que suele abordar obras de gran tamaño. La sensación que uno tiene al ver las imágenes de su Neptuno es que hay una vuelta a la Antigüedad Clásica. Es una opción estética. En cualquier caso, quizás deberíamos alejarnos de pretender convertir su obra en un nuevo símbolo icónico para la ciudad. Esto es algo, que quizás no busque el artista, pero que parece implícito en este tipo de obras. Estaría bien recordar que Málaga no necesita una maravilla del mundo para definirse: no tiene un Coloso de Rodas, ni una Biblioteca de Alejandría, pero quizás no los necesita. Volver al mundo antiguo para buscar modelos clásicos y símbolos que nos den una identidad estética como ciudad hoy, es una opción, pero hay otras posibilidades como demuestra, sin ir más lejos, la oferta museística de Málaga. Seguramente, trabajaríamos mejor por esta ciudad si no persiguiéramos con tanto ahínco una imagen de marca perfecta: Málaga no necesita mitos, ni símbolos definitivos que la definan.

El Neptuno y Las Columnas del Mar se convertirán en algo querido por la ciudad, si gusta a sus ciudadanos y éstos lo hacen suyo. Si es algo que nos une y no nos divide. Ya hemos visto lo que ha pasado con la Torre del Puerto, que ha sido símbolo de muchas cosas pero, sobre todo, de una: la de la diferencia de opiniones y el desacuerdo. Quizás deberíamos aprender de eso.

A mi juicio, estamos demasiado pendientes de donde sopla el viento y, sobre todo, de los demás. Quizás deberíamos pensar menos en Málaga como comunidad imaginada y más en aprovechar nuestras potencialidades –el eje tecnológico, parque tecnológico-UMA y el nuevo centro IMEC–, el extraordinario funcionamiento del turismo, la creación de empresas y el abordaje serio de los problemas que tenemo s–la vivienda, el empleo, etc–, por señalar algunos aspectos relevantes. No nos preocupemos tanto por los informes y los rankings y construyamos un modelo de ciudad que nos permita saber vivir.

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