Reflejos de Málaga
Jorge López Martínez
¡Que viene el ‘loVox’!
No muchos lo saben, pero lo cierto es que España puede alardear de tener, tras siglos de incuria y enormes pérdidas patrimoniales, uno de los mejores sistemas archivísticos del mundo. Las grandes inversiones y el fuerte despliegue tecnológico de las últimas décadas han descansado sobre la base de un justamente prestigioso cuerpo de archiveros, con una muy sólida tradición formativa y de servicio al Estado.
Entre los avances más llamativos y celebrados del sistema español, PARES (Portal de Archivos Españoles) ocupa un lugar muy destacado. Se trata de un proyecto del Ministerio de Cultura destinado a la difusión en internet del patrimonio histórico documental español conservado en su red de centros. Iniciado en los años 90 con la digitalización de grandes masas de documentación de los principales archivos estatales, desde su puesta en servicio en 2005 se convirtió en un instrumento, no perfecto pero sí muy estimable, de acercamiento de los investigadores a los temas de su interés gracias a un muy buen sistema de búsqueda documental. Aunque PARES no puede suplir, ni lo pretende, la necesaria inmersión en el archivo que todo historiador debe practicar en sus investigaciones, su accesibilidad desde cualquier rincón del mundo y su gratuidad lo hacen una herramienta imprescindible. Lo hacen o lo hacían, porque sorpresivamente y sin que se ofrezca ninguna explicación a los usuarios en la página del Ministerio de Cultura, PARES ha dejado de funcionar desde el pasado mes de julio. Aunque la causa es objeto de todo tipo de especulaciones (el Ministerio de Urtasun no es un modelo de transparencia y el sectarismo de su titular permite toda suerte de suposiciones, a cual más atroz), lo inimaginable en un país medianamente desarrollado es que un portal así pueda desaparecer de la noche a la mañana sin la menor justificación ni anuncio de reanudación.
Durante algunos años los españoles hemos vivido el sueño de un país que parecía disponer de lo que en todas partes, más allá de sanidad y educación solventes, parece constituir la dotación de una gran nación actual. Poco a poco, entre desastres naturales, trenes infernales, carreteras calamitosas y, ahora también, desmantelamiento archivístico, volvemos donde solíamos. Ante nuestros ojos, fruto del mal gobierno, vemos diluirse el legado de toda una generación.
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