Gafas de cerca

Tacho Rufino

jirufino@grupojoly.com

La paradoja atómica

Hay países que tienen grandes depósitos de recursos energéticos, y sin embargo sus economías son deficientes en cuanto a riqueza y distribución de ésta: ricos condenados por su monocultivo -no sólo por eso- a ser pobres. Es el caso de países petroleros como Venezuela. Hay, en la cara positiva de la vida, países sobrados energéticamente y engrasados socialmente, que aseguran bienestar, desarrollo y copiosas pensiones futuras a sus habitantes. Como Noruega: ¿qué fue primero, la gallina de su desarrollo o el huevo de su bolsa de petróleo? Sin duda, lo primero es la condición sine qua non. Ya en país grande pero también autosuficiente, tenemos a Francia, que si bien tiene el mismo petróleo que Luxemburgo o mi barrio (produce en casa un 1% del crudo que consume), disfruta de una capacidad nuclear que permite que arda la calle por una ley que atrasaría la jubilación hasta los 64 años. El vecino del norte cuenta con una legión creciente de pensionistas que vive sobradamente a costa de los presupuestos públicos, y desde una juvenil vejez, sin mayor tiranía fiscal ni peligros en la viabilidad de los dineros públicos. Una clave es su energía nuclear.

Felipe González es el presidente del Gobierno de mayor significación de nuestra historia contemporánea. De sus principales promesas electorales allá por los ochenta, cuando arrasó el PSOE en las elecciones, cumplió con el desmantelamiento de las centrales nucleares españolas; no completo, aún aportan un 20%. También prometió salir de la OTAN; pero no lo hizo, por fortuna: ser europeos de pleno derecho era un objetivo vinculado a la pertenencia a la alianza defensiva occidental. La paralización de la red de centrales nucleares la hemos estado pagando desde entonces, silentemente. Dentro del maremágnum conceptual de nuestras facturas de la luz, el peaje denominado moratoria nuclear es el término asociado a tal decisión. Ya el riesgo atómico de las plantas es pequeño, y su eficiencia es incomparable. Sucede que restablecer ese sistema industrial es carísimo; haberlo mantenido y aumentado hubiera sido un flotador presupuestario.

Esta semana Alemania ha culminado la liquidación de sus centrales nucleares. Pero Alemania ha secuenciado su dependencia energética desde una enorme potencia industrial y exportadora, más su centralidad comunitaria. España es también una isla energética, pero de segunda división. Francia, la segunda fuerza europea democrática, puede permitirse, como Alemania, asegurar buenas rentas mensuales a sus mayores longevos. ¿España? Impuestos. Y energía cara.

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