Todo es relativo

Ángel Recio

hay mucho petardo suelto

10 de diciembre 2013 - 01:00

HAN pasado unas horas desde que lo he visto y aún estoy, primero, indignado y, segundo, horrorizado. Unos minutos antes de las cinco de la tarde de ayer, en Cortina del Muelle iba circulando con la moto y, al girar a la altura de la catedral, veo a una mujer rubia, un hombre con algo en la mano y unos niños a carcajada limpia. Acto seguido, observo que el malnacido -porque no hay otra denominación para semejante tipo- tira un petardo a unos dos metros de distancia con la insana intención de que le explote justo en el suelo a dos señoras mayores, como así hizo. Aún perplejo, compruebo que al sonar el estallido las risas fueron aún mayores. Afortunadamente, las señoras debían andar mal de oído porque no se dieron mucha cuenta. De no ser así, no me hubiera extrañado que a alguna le hubiera dado un infarto.

Como digo, he preferido esperar unas horas para escribir este artículo, porque estaba que me comía la pared. ¿En qué momento se le ocurre a alguien tirarle un petardo a dos señoras mayores o a cualquier otro ciudadano? ¿Es la gente tan inconsciente, miserable y egoísta que no le importa un posible mal ajeno con tal de reírse? ¿Qué ejemplo le está dando ese individuo a sus hijos, sobrinos o lo que fuera? Estos niños creerán justificado comprar otro día un petardo aún más grande y echárselo a alguien encima.

Ustedes podrán pensar que eso ha sido solo un mero incidente. Pero no es así. Apenas llevamos unos días de oficiosa Navidad y no paran de sonar petardos en todas las calles de la ciudad. El otro día, sin ir más lejos, en Atarazanas, un padre y una madre jugaban con sus hijos tirando petardos al suelo en una vía llena de gente en la que, además, había parejas con sus bebés en los carritos. ¿Y cuántos petardos se escuchan en Larios? No me tachen de agorero, pero un día habrá una desgracia y no me refiero a que alguno de estos graciosos pueda quemarse -lo cual le estaría bien empleado- sino que, en un momento de confusión, se líe un alboroto.

Hay que recordar que el Ayuntamiento de Málaga, en su ordenanza de convivencia, prohíbe "explosionar petardos, cohetes y toda clase de artículos pirotécnicos que puedan producir ruidos o incendios en la vía pública" con multas de hasta 750 euros. Sin embargo, parece que como es Navidad los ciudadanos se pueden pasar la normativa por el arco del triunfo y fastidiar a los demás, con la connivencia o dejadez de la Policía Local. Eso, por no hablar de los tenderetes oficiales que venden estos artículos en el mismo Paseo del Parque a la vista de todos. Ya está bien.

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