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A vueltas con el modelo de la Semana Santa, a la que se le revientan las costuras del casco histórico por todas partes, desde los cortejos, cuyo número se ha triplicado y en algunos casos cuadruplicado en las últimas décadas, al público de una Sevilla que de los 441.869 habitantes de 1960 pasó a los 545.692 de 1970 o los 645.817 de 1980 hasta los 684.025 de 2024. Todos, cofradías y público, convergiendo en un centro histórico que, lógicamente, no crece. Ha crecido la ciudad en superficie y habitantes. Han crecido en proporción mucho mayor las cofradías y sus cortejos. Y ha crecido el público que acude a verlas. Pero no el centro histórico. Ni la carrera oficial que es más o menos la misma desde que se estableció en 1777 el primer palquillo para el control del cumplimiento de horarios en el cruce de Sierpes con Cerrajería y sobre todo desde que en 1859 se instalaron las sillas, en 1874 los palcos y en 1917 el palquillo de la Campana. Ya en 1869 Bécquer describía la naciente carrera oficial moderna como “una muchedumbre por entre la cual desfilan, al compás de la música, aquellos miles de elegantes y perfumados penitentes repartiendo a las niñas dulces de sus canastillas”. Intentar que en los mismos metros quepan las cofradías de hoy es tan absurdo como pretender que en el casco histórico quepan cuantos sevillanos desean, con todo derecho, verlas allí. Si este año casi sin pasos en las calles se produjeron atascos masificados en Reyes Católicos o Cuna que nada tenían que ver con eso que se llamó cultura de la bulla, habría que pensar en una Semana Santa soleada con todas las cofradías en las calles convergiendo cortejos y ciudadanos en el corazón del casco histórico.
A vueltas, también, con el modelo de la Feria. Si la Semana Santa dura 10 días en vez de siete, la feria se desbordó pasando de la que iba del lunes por la noche al domingo a la que va de sábado a sábado. Lo hizo, mustio referéndum de por medio, el alcalde Espadas y ahora el alcalde Sanz promueve una consulta para volver al modelo anterior. Ya se verá. De momento los sondeos apuntan que la mayoría prefiere el retorno a las fechas tradicionales.
El caso, ya se trate de Semana Santa o Feria, es que no cabemos. Y la primera lo tiene peor. La feria puede crecer en superficie y ya se han anunciado 300 casetas más para 2025. Pero el centro histórico y la carrera oficial no son de chicle.
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