
Postrimerías
Ignacio F. Garmendia
Víctimas
Mesa 8
Sucede que, en pleno debate sobre el impacto de los llamados pisos turísticos en el mercado del alquiler de viviendas, para muchos, causa de la escasez de su oferta, nos despertemos con la noticia de que, en Málaga, el número de estas viviendas se ha reducido en 3.000 unidades en el último semestre. La bajada se ha producido a nivel nacional, lo que puede ser un indicio de su estacionalidad habida cuenta de su dependencia directa del turismo.
El alquiler de viviendas en Málaga, como en muchas otras ciudades, es un tema complejo que involucra una serie de problemas relacionados con la oferta y la demanda, la legislación local y los efectos del turismo en el mercado, y enlaza, en general, con el problema de la escasez de una oferta de viviendas en propiedad asequible a las rentas bajas y medias. Ante un problema, es usual y sucede en casi todos los ámbitos sociales, enfocar a un culpable y, en nuestro caso, se ha focalizado en el auge de las viviendas destinadas al alquiler turístico, apartando la vista de lo que realmente originó esta deficiencia social convertida en un terrible problema para la población más vulnerable.
En el Plan Estratégico de la Provincia, Madeca 10, realizado por la Diputación de Málaga, participé redactando el diagnóstico sobre construcción y vivienda en la provincia. Creo que fue entre los años 2000 y 2002 que señalé, basado en los datos que disponía de la Asociación de Constructores y Promotores de Málaga, que un 80% de las familias demandantes de vivienda se habían quedado fuera de mercado por haber desaparecido la oferta de Vivienda de Protección Oficial. Por aquellas fechas el sector privado solo desarrollaba viviendas libres, con una rentabilidad a años luz de la que ofrecía la VPO, y las Administraciones, especialmente Autonómica y Municipal, apenas reaccionaron para atender esa demanda, ya fuese en propiedad o en alquiler, a pesar de que la legislación urbanística les proporcionaba gratis (por cesión del promotor) el 15% del suelo ya urbanizado. Lejos de atender la necesaria demanda, se dedicaron a hacer caja vendiendo dichos suelos urbanizados. Poco después, el problema se agravó cuando el POTA andaluz paralizó la oferta total de viviendas al dejar sin efecto a la mayoría de los Pgous de los pueblos andaluces.
Volviendo al problema de los alquileres, tampoco los pisos turísticos, que son apenas el 4,5% del parque total de viviendas, son el causante absoluto de la falta de oferta de viviendas en alquiler a precios asequibles. Muchos de los propietarios de esas viviendas son ahorradores que han buscado unas rentas adicionales a su pensión, y se han visto sorprendidos por una legislación que, no solo favorece a los morosos y okupas, sino que les alientan a serlo. La inseguridad de perder esos ingresos, el temor a los destrozos causados, la tardanza en obtener justicia y, en ocasiones, hasta tener que asumir sus gastos energéticos y municipales, han obligado a dichos propietarios a retirar del mercado su oferta de alquiler. Y, claro está, el que ha podido, ha convertido su vivienda en un piso turístico y el que no, la ha vendido.
Quizá una forma de solucionar este tema de los pisos turísticos es que, en los Pgous, la calificación urbanística de los suelos, contemplase, dentro del uso “turístico”, además del “hotelero”, el “residencial turístico”. De esa forma se excluiría de ese alquiler a todo el residencial destinado a ser vecinal.
También te puede interesar
Postrimerías
Ignacio F. Garmendia
Víctimas
Su propio afán
Enrique García-Máiquez
Las gotas de Dios
Mesa 8
Juan López Cohard
La ‘kultura okupa’
La ciudad y los días
Carlos Colón
La culpa educativa de la izquierda
Lo último