Cuatro pistoleros

HAY quien se bebe la vida a sorbos, otros a trago limpio, no falta el que sólo se moja los labios, pero todos tenemos sed de victoria. Y no van a ser menos los más de la política, los tipos duros de la cantina y la cantinela, esa elocuencia que caracteriza a Mariano Rajoy, a Pedro Sánchez, a Albert Rivera y a Pablo Iglesias, los cuatro jinetes del apocalipsis electoral que se nos viene encima mientras los indios bailamos en la hoguera.

Son pistoleros de la palabra, lo llevan en la sangre y pueden desarmarte y acribillarte al desenfundar sus pistolas humeantes, cargadas de balas de plata de promesas, aunque las del Billy el Niño gallego cada día parecen más bien de pura goma con tanto rebote contra la realidad. El desafío del 24 de mayo no va directamente con ellos, sino con esos miles (unos 7.200) de hombres y mujeres que buscan asiento en ayuntamientos y Parlamentos autonómicos. Pero son ellos, los cuatro pistoleros, los que se la jugarán en breve en duelo a muerte por la silla de sheriff en La Moncloa.

El actual es el que más tiene que perder en un improbable fuego cruzado a cuatro bandas. Tiene menos reflejos y con tanto recorte, la recortada la tiene torcida cual rifle de feria. Al socialista le nubla la vista (se ponga como se ponga) su caballo, el de la piel blanca y verde. Y el naranja y el morado pueden acabar matándose entre ellos ley electoral mediante, en épico duelo a dos, con esa cínica coartada de los dos putos amos venidos a menos de que los dos nuevos cowboys son como dos putos indios sin representación en el fuerte parlamentario.

Una pena, con tanto forajido suelto en este OK corral de España, el de los mil tiros al pie, al suyo, al nuestro, por segundo.