El precio de la verdad

Las pocas veces que se ha mentado la corrupción socialista Juan Espadas se enfadaba

Hay que tener poca vergüenza o ser inconsciente. O creerse hipnotizador de sociedades. A un día de las elecciones en nuestra tierra, Zapatero soltó la bomba cuando proclamó, con máximo orgullo, el legado dejado por Chaves y Griñán a quienes calificó como dos personas honestas, la misma semana en la que han sido imputados 26 ex altos cargos de las juntas socialistas de Andalucía entre los que hay hasta cinco ex consejeros por el escándalo de los ERE. Sin olvidar que UGT está encausado en esa trama de corrupción política en la que se malversaron 680 millones para financiarse ilegalmente. La ovación de los asistentes fue dudosa: unos relatan que los aplausos subrayaron el entusiasmo de la proclama y otros vieron cómo muchos de los allí presentes se echaron las manos a la cabeza ante la imposibilidad de la mínima defensa. Durante toda la campaña cada partido ha tratado de omitir sus propias miserias. Vox suaviza el tema de la sexualidad a menores de edad en los colegios; Adelante Andalucía se muestra como ejemplo de la honradez política y económica mientras tapa sus consabidas vergüenzas públicas; el lío de Por Andalucía es callado y niegan la torticeras influencias gubernamentales de su pasado; Ciudadanos inyectándose en la vía torrijas para salir del coma irreversible; el PP que no quiere saber nada de lo que venga más allá de Despeñaperros; y al PSOE, que cada vez que se mencionan los ERE, se le ponen los pelos de punta. Las pocas veces que se ha mentado la corrupción socialista Juan Espadas se enfadaba, no decir, cuando se le recuerda el tema de su esposa y el "guorperfect". Pero llegó él a Andalucía. El hombre que bautizó como hombre de paz a Arnaldo Otegui, miembro de ETA y condenado por participar, al menos, en un secuestro, y ahora líder necesario en el Gobierno de coalición y admirado por las izquierdas. Así es el PSOE: se inventa un ideal, lo verbaliza hasta convertirlo en blanca realidad a pesar de que se trate de delitos y condenados. Véase la negativa del socialista Ximo Puig de destituir a la vicepresidenta de su gobierno en la Comunidad Valenciana, Mónica Oltra, amiga y compañera de futuros proyectos políticos de la vicepresidenta y ministra Yolanda Díaz, de quien aún se espera alguna declaración sobre este caso que es peor que robar en cualquier partido político: tapar, según el TSJCV, los abusos sexuales que cometió el marido de Mónica Oltra contra una menor de edad. Una cosa es manejar con discreción las vergüenzas propias y otra decir que te sientes orgulloso.

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