La esquina
José Aguilar
Yolanda no se va, se queda
Sánchez se queda y, por tanto, depende de sí mismo y del apoyo de sus socios de coalición. Para casi todos, su objetivo es la conservación del poder y, por tanto, lo importante es esperar a que la lluvia escampe y elegir el mal menor. Además de su manual de resistencia, el presidente ha cruzado hace ya la línea del tiempo en que un presidente vive el síndrome de la Moncloa y ya está pensando no sólo en superar los ocho años de Aznar, sino incluso aspira a estar una década como Presidente del Gobierno. Así se mostró el otro día de navideño y optimista.
Este lunes, en el tradicional corrillo de periodistas para festejar la llegada de la Navidad, Sánchez habló de ese objetivo: completar una década en Moncloa. Para ello, tendría que superar las próximas generales y poder conformar un nuevo gobierno con fuerzas que ya le marcan distancias.
Sánchez afirmó que “No es un proyecto que acabe en 2027, trasciende de esa fecha”, dijo ante los periodistas. De hecho, adelantó que los cambios que haga en el Gobierno serán “puntuales” y al dictado de la agenda política. Es decir, tendrá que sustituir de forma inminente a Pilar Alegría para ser candidata en las elecciones de Aragón y más adelante a María Jesús Montero para medirse con Juanma Moreno en Andalucía. Pero poco más. “Tengo un Ejecutivo a prueba de bombas” llegó a decir.
Pese a los casos de corrupción, la caída en las encuestas y las múltiples críticas de sus socios, Sánchez se ve “en buena forma” y “con ganas de continuar”. Y considera que ha alcanzado un punto de madurez que le permite ver “con perspectiva” los problemas. Sin restarles gravedad, eso sí.
En cuanto a remover los obstáculos con los socios de la coalición era, igualmente, optimista: 2026 era el año para el nuevo acercamiento con Junts y, desde el principio de año, iba a entrevistarse con Oriol Junqueras y otros líderes de la coalición.
Probablemente, el problema sea, en efecto, de perspectiva. Maquiavelo escribió acertadamente: ‘Si quien gobierno no reconoce los males hasta que los tiene encima, no es realmente sabio’. Cómo decía al principio, a veces, los presidentes cuando llevan mucho tiempo creen que el poder es eterno. El problema no es sólo dimitir o convocar elecciones, sino hacerlo en el momento oportuno, para evitar que un agotamiento de un proyecto político no desemboque en una crisis profunda del PSOE y de la izquierda. Esta vez, está realmente difícil, a ver si Sánchez nos sorprende nuevamente.
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