El zoco

Juan López Cohard

Más razón que un santo

30 de agosto 2022 - 01:31

Aún quedan los últimos coletazos del vacacional mes de agosto y no paran de amenazarnos con un otoño caliente y un invierno infernal. Todos los líderes europeos se han puesto de acuerdo para avisarnos de lo mal que lo vamos a pasar. Yo estoy ya en ello porque me han recomendado que reduzca la ingesta de alcohol para apaciguar mi tensión arterial. Así que ahora al gin-tonic le pongo un tercio más de tónica para rebajar la proporción. La verdad es que lo del alcohol no es mi principal preocupación. Creo que lo único que me preocupa es lo que le preocupaba, según decía, al Maestro M. Alcántara a sus 90 años: No perjudicar al hijo que espero.

Pero, aparte de esas cosas nimias, propias de estar próximo a la fecha de caducidad, lo realmente preocupante para todos es la situación económica, tanto nacional como internacional, que lo uno depende de lo otro y lo otro jode a lo uno. Y, como economista, se pone uno a meditar y eso, con estos calores, es muy malo para la tensión.

Hay muchos economistas que piensan que realmente la economía funciona con arreglo a las leyes económicas que, nunca he sabido por qué, se suelen enunciar a base de curvas y funciones matemáticas. Quizá para que el público en general no las entienda. Pero en realidad son bastante fáciles de entender con palabras del pueblo. Por ejemplo, el economista Ragnar Nurkse formuló así el llamado "circulo vicioso de la pobreza": Pobreza (subdesarrollo) ? baja productividad ? bajos ingresos ? poca capacidad de ahorro ? bajo estímulo a la inversión ? deficiencia de capital ? subdesarrollo. El sociólogo Percy Bysshe Shelley lo resumió en la frase: "el rico se hace más rico y el pobre se hace más pobre". Pero quién más claro lo expresó, sin modelos matemáticos, ni curvas, ni leyes económicas, fue Mateo en la parábola de los talentos de su Evangelio: "Porque a cualquiera que tiene, se le dará, y tendrá más; pero al que no tiene, aun lo que tiene le será quitado". (De aquí viene lo de "tiene más razón que un santo).

Lo que sí está claro, o debiera tenerse muy claro, es que la Economía funciona mediatizada por la política y, por tanto, ni las leyes económicas ni los modelos econométricos son asépticos como lo pueden ser las leyes físicas. Pero lo cierto es que, como pone de manifiesto el Premio Nobel de Economía, George J. Stigler, "Los grandes economistas raramente plantean cuestiones éticas que afecten a la teoría económica o al comportamiento económico". Sin embargo las cuestiones éticas son ineludibles.

Nos vamos a encontrar con un panorama difícil. Hace años que se olvidó el informe "Los limites al crecimiento", publicado en 1972 por el Club de Roma. Puede que este neomaltusianismo haya que tenerlo en cuenta ahora que vamos a comprobar que también existen límites al estado del bienestar. El bienestar no puede ser ilimitado en un mundo limitado. En todo caso, en cuanto a la política económica a aplicar en el escenario que se nos presenta, quiero recordar las palabras del compañero y profesor A. García Lizana: "Si durante años se ha supuesto que los aumentos de renta permitirían satisfacer las necesidades de la población, ocupémonos más bien de satisfacer ahora las necesidades, que el producto aumentará consiguientemente", ("Crisis, Política Económica y Participación", UMA, 1982).

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