Luces y sombras

Antonio Méndez

La rebelión de Don Nicasio

27 de diciembre 2009 - 01:00

ME relató el otro día el arquitecto José Oyarzabal, un lujo para la creación de esta ciudad, la historia de don Nicasio, el propietario del palacete de la calle que hoy lleva su nombre y la infructuosa rebelión que protagonizó a finales del siglo XIX cuando conoció que la futura calle Larios no pasaría por delante de su casa.

Enfadado por la decisión de los urbanistas, decidió contraatacar y restarle protagonismo a la suntuosa vía asfaltando con monedas de plata el recorrido de acceso hasta su vivienda. Pero las autoridades de la época se lo impidieron. Bajo ningún concepto la figura del rey podía ser pisoteada por los ciudadanos. Ofreció entonces como alternativa situar al monarca boca abajo, pero tampoco era la postura deseable para el jefe del Estado. Así que en un arrebato de altivez don Nicasio defendió confeccionar su alfombra con el dinero de canto. Pero de llevar a la práctica su iniciativa, a buen seguro que hubiera tenido que vender el edificio para darse la satisfacción de la protesta ideada. Así que donde hoy se asienta el hotel Petit Palace, una especie de discos de latón intentan reproducir las monedas en recuerdo de aquella ofensa.

Es un consuelo que el arte urbano de este Ayuntamiento no obedezca en exclusiva a los gustos de la concejal Teresa Porras. Oyarzabal va dejando a cuentagotas pinceladas de modernidad, tan necesarias para esta ciudad, cada vez que recibe un encargo municipal para sacar del ostracismo con ideas algunas calles del casco histórico y sabe encontrar aliados para que sus intervenciones no dejen indiferentes a la ciudadanía. Lástima que las obras aparezcan sin alharacas, casi por la puerta de atrás, atornilladas a la cotidianidad cuando en realidad son la ruptura con tanto poder fatuo. Como representan esas dos últimas instalaciones recién estrenadas esta semana en la referida Nicasio Calle y Moreno Monroy, con el sello de Chema Lumbreras.

Es la contradicción habitual. Se ha abierto el periodo de las urgencias. Buscamos ahora crear una fundación, escoger un líder que transforme la indiferencia en ánimo por competir en esa carrera de la Capitalidad Cultural de 2016 en la que, como don Nicasio, la meta parece alejarse cada vez más de nuestro esperado trazado. Esperemos que al final no nos dejen sólo la opción de ponernos de canto.

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