Ad hoc

Manuel S. Ledesma

De rufianes y malandrines

31 de octubre 2012 - 07:26

HACE unos días Discovery Channel emitió un documental rodado en Las Ramblas, los alrededores de la Sagrada Familia y otros sitios emblemáticos de Barcelona. En contra de lo esperable, el asunto que interesaba a los reporteros ingleses no eran las indudables bondades arquitectónicas o paisajísticas de la urbe catalana sino el hecho de ser -según dijeron al comienzo del programa- la ciudad con mayor índice de robos de Europa y el hábitat ideal para chulos, putas y ladrones. Sin aparentes dificultades el equipo de rodaje entra en contacto con el lumpen barcelonés y, a las primeras de cambio, vemos al presentador del documental confraternizando con un travesti que compatibiliza el trabajo de meretriz esquinera con el de limpiar carteras. El chico/a no tiene inconveniente alguno en que lo graben en plena faena (de desplume, no de fornicio) y con gran desparpajo hace una exhibición ante las cámaras de su destreza manual para levantar billeteras. A continuación, los autores del documental intentan filmar en acción a un carterista de dedicación exclusiva, esto es, a un profesional. El seleccionado fue un joven rumano que, sorprendentemente, no sólo accedió a que se rodasen sus prácticas delictivas sino que invitó a todo el equipo a su casa para preparar mejor el operativo. Los ingleses se quedaron pasmados al interpelar a la familia sobre como les surgió la afición de desvalijar al prójimo, la respuesta del rumano -en un peculiar castellano- resultó ser tremendamente clarificadora: "Mu fási, aquí en España, si polisía me coge… tres días en cárcel; en Rumanía por robar 5 euros… ¡tres años preso!" La madre de la criatura (que también se dedica a la mangancia en la especialidad de supermercados) asiente compungida: "¡Catorce veces han cogido ya al pobrecito de mi niño! ¡Qué dura es la vida de los chorisos!". Al día siguiente vemos como el rumano, su tío y un primo forman una cuadrilla que -a pesar del hándicap de llevar con ellos al equipo de rodaje- en media hora afanan unas cuantas carteras en el metro barcelonés.

La conclusión del documental es que tal proliferación de malandrines y rufianes obedece al exquisito trato que la justicia española suele dispensar a los delincuentes que antes parece destinado a animarles a la reincidencia que a castigarles por sus fechorías. Lo que ignoran los ingleses es lo bien considerado que está el delito entre los españoles. Sin ir más lejos en Cataluña político y mafioso son términos sinónimos (acuérdense del 3% en comisiones reconocido en el propio Parlamento catalán) al punto que han tenido que recurrir al independentismo para tapar sus turbios tejemanejes. En nuestra más alta institución (la casa Real) también anidan estafadores (Urdangarín & cols.); en los partidos políticos la corrupción es la regla (Gürtell, Filesa…); en casi todas las autonomías el Sr. Monipodio es el ejemplo a imitar e incluso en algunas el pueblo sabio vota para que les gobiernen a los mismos jetas que les han esquilmado con asuntillos como los EREs y otros chanchullos por el estilo. Como ustedes comprenderán al lado de estos émulos de Alí Babá, afanar carteras es casi una virtud.

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