Quousque tamdem

Luis Chacón

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Más torpes que un cerrojo

Desde luego no me imagino a Machín cantando "progenitorita gestante del alma querida…"

Decía mi padre que a los niños de mi época se nos notaba que nunca habíamos visto a nadie persiguiendo a una rata a escobazos porque nos creíamos que todos los roedores eran como Pixie y Dixie. Y se ve que los millennials de nuestro gobierno han debido sublimar esa imagen infantil ya que, según la Ley de bienestar animal recientemente aprobada, matar a una rata te lleva a prisión. Y ya hay que ser cruel. Porque entre el asco que dan y las enfermedades que pueden transmitir, lo justo sería encarcelarlas a ellas. Supongo también que, ante su señoría, podrán aducirse atenuantes o eximentes como defensa propia, miedo irracional o trastorno mental transitorio, amén de razones de salubridad pública. Y rezar para que no te toque un jurado flower power o un fiscal que tuvo un hámster de pequeño y aún llora su pérdida cada vez que ve aquella foto tan tierna que le hizo su tío el ecologista.

Parecerá una exageración, pero el texto de la norma, tras ser aprobada en el Congreso, es evidente. Como lo es el de la ley del sólo sí es sí o el de la llamada, muy a la americana, ley Rhodes, y oficialmente de Lucha contra la violencia y abusos a menores, en la que la propia redacción del articulado se contradice en lo relativo a algo tan importante en este caso, como es el inicio de los plazos de prescripción del delito. Por no hablar del limbo jurídico en el que, según muchos penalistas, queda la zoofilia, revisado el texto de la Ley animalista.

Por eso, me da la impresión de que, aparte de la visión urbanita, infantil y waltdisney que tienen del campo, que no es, ni mucho menos, el parque del Retiro y del mundo animal, donde el águila y el conejo no bailan juntos como en los dibujos animados, lo que les pasa es que son más torpes que un cerrojo, que diría un castizo. Y también, por qué no decirlo, un poquito soberbios, delirantemente iluminados y en absoluto humildes. Pretenden, desde la fuerza que les da la imperiosa necesidad del señor Sánchez para permanecer en la Moncloa, imponer su más que minoritaria visión de la sociedad. Una visión atolondrada, partidaria y que excluye, y hasta desprecia, a la mayoría de los españoles en muchos casos. Porque a ver, y esta es su última boutade, ¿quién va a llamar a su madre progenitora gestante? Desde luego no me imagino a Machín cantando «progenitorita gestante del alma querida…», la verdad. Y es que, con tanta pamplina, se han convertido en un sainete andante.

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