Bloguero de arrabal

Pablo Alcázar

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Mi toto es tuyo

En las hablas andaluzas 'toto' es una metáfora sexual. ¿Lo sabían en 1982 los que crearon para la visita papal el lema "Totus tuus"

Estoy seguro de que a mi tita María le hubiera encantado el toto que a veces luce Pablo Iglesias. No como para votarlo, pero sí, para mirarlo con buenos ojos. A ella también se lo hacía todas las mañanas Rede, su peinadora. Una mujer hermosa, inteligente y delicada. Las mujeres de Cenes constituyen un microcosmos en el que el forastero puede encontrar desde Melanias Trump hasta Dulcineas del Toboso. Ellas no le llamaban toto, sino moño, que, aunque a veces es una metáfora sicalíptica, no tiene la carga sexual de la palabra toto en las hablas andaluzas. Algo que no tuvieron en cuenta en 1982 los organizadores del viaje de San Juan Pablo II a España, cuando idearon Totus tuus como lema del acontecimiento, expresión que el buen pueblo andaluz -reacio a volver al latín como lengua vehicular de los sagrado- tradujo por "Mi toto es tuyo". ¡Con lo que eso encierra! Para los fans de Pablo Iglesias su toto es tan sagrado como para los monárquicos el toisón de oro de los borbones, una insignia que representa una zalea de borrego, esto sí, tallada en finísimo oro. Si te atreves a dar una opinión positiva sobre las pasadas declaraciones de Iglesias a la Sexta, pero pones en duda la eficacia simbólica del toto/moño del político, es muy posible que molestes, a un tiempo, a adversarios y a partidarios del vicepresidente del Gobierno. Para estos, lo del moño no tiene importancia y "se la suda -afirman despectivos- cómo visten y se presentan en público los políticos". La serie de TV The Crown me ha enseñado a no menospreciar el valor simbólico de la ropa y los complementos de los personajes públicos. Y los otros, los adversarios de Iglesias, al que llaman el Coletas, más que el toto del personaje lo que les altera la digestión y les remueve las entrañas es el personaje en sí. Lo odian. Y si dices algo positivo de él, te pueden caer encima los insultos más soeces. De mi dijeron, tras mi análisis de la entrevista, que mis opiniones eran basura y yo, "un puto subnormal". No sirvió de nada que le contara al ofensor que mi 'falta' podría venir de un golpe que me di en el mentón con la palanca del freno de los columpios de barquilla, cuando niño". Siguió con los insultos. Debería de haber también un día al año sin insultos. Un día del silencio. ¡Todos callados, al menos 24 horas, sin ruido!

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