Cambio de sentido

A todo tren

A Madrid vamos a todo tren, pero al pueblo de al lado no hay manera de llegar más que en coche

Importa la condición y el lugar desde donde se escribe. Además de inevitable, resulta interesante que la escritura brote a través de las circunstancias; de Max Aub, Chaves Nogales o Carmen de Burgos nos fascina que escribieran con sprezzatura en posturas vitalmente complejas. Hoy les escribo cómodamente desde uno de esos trenes que atraviesan la noche y un fragmento de Andalucía. Soy usuaria irredenta y defensora del transporte ferroviario. Aquí vamos, concentrados cada cual en su lectura o pensamientos, en un transporte colectivo seguro y que contamina menos que otros. Nada de eso me lo da un coche propio. El problema ahora, como denuncian usuarios, operarios, municipios y la Plataforma por el Tren Rural, es llegar por tren a lugares donde antes se iba de forma resuelta, a precio módico, con buena conexión y horarios, sin yincanas con autobuses y con la asistencia de la revisora y el taquillero. Tardo más en llegar a mi pueblo de Jaén desde Sevilla que desde Sevilla a Fráncfort, ya que la estación de mi aldea se desmanteló hace mucho. Las localidades que aún la conservan, como Guadix, resisten antes de poner sus barbas a remojar, porque han visto suprimir en estos tiempos 19 paradas en Andalucía. Está claro, la media distancia que da servicio a pueblos, o atender a los pasajeros, ya no interesa. La paisana que quiera ir a la capital ha de tener coche o, a unas buenas, aprender a sacarse los billetes por internet. A Madrid podemos ir a todo tren, pronto además en low cost, pero al pueblo de al lado no hay manera de llegar más que por carretera. Los pueblos de Jaén, Almería y Huelva cada vez están más lejos.

Este estado de cosas sí que es "la dictadura del Progreso", no lo que la derechísima suele llamar con ese nombre. Arguyen los devotos del Dios Dinero que sostener estos trenes y sus estaciones que conectaban nuestros pueblos y ciudades no es rentable y cuesta caro. Se les escapa contarnos que estas líneas tienen pocos pasajeros porque el servicio, las conexiones y los horarios son deficientes; no al contrario. Y porque se ha alentado a saco la venta de coches y la construcción de autovías. La alta velocidad para usuarios aerodinámicos no eclipsa el sutil desmantelamiento del servicio regular y de la vertebración sostenible del territorio andaluz. No vale sollozar por la España vaciada mientras callamos ante los planes de cancelación de taquillas, paradas y circulaciones en Andalucía. Este tren de vida conduce a vías muertas.

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